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....................Este Blog pertenece a Curro Cañavate....................

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En Mis Rincones (barra derecha, casi al final del todo, podrás encontrar los diferentes temas que trato.


miércoles, 29 de abril de 2009


Miel de romero tus ojos, 
que endulzan mi vida al mirarla. 

Arena blanca de mi playa 
en sosegada mañana. 

Sol naciente es ella,
mar calmada. 

Suave brisa 
que refresca mis noches abiertas 
con susurros de amor. 
Estrella polar, 
faro y guía que rescata mi vida 
de la densa bruma de la mar.

.....ooOoo.....

lunes, 27 de abril de 2009

Haiku 9

Tanta lacra encarnada deshecha y fundida a tus mejillas… Tanta cera hervida y vertida sobre las cuencas de tus ojos vacíos… Tanto amor clavado entre tus piernas en la soledad de tu habitación. Condena de puñales a tu alma hechos cristales. Cristales opacos de lúgubre caleidoscopio en el que tu vida, fotograma a fotograma, como humito de cigarro se difumina.



son rosas negras 
 las que ocultan tu llanto 
de desamor

domingo, 26 de abril de 2009

vivir sin tí

Bien, pues como os comenté el Viernes, aquí tenemos a La Flaca... Montse La Flaca. La verdad es que ya hace tiempo, le pedí que escribiera algo para el blog, a lo que ella me comentó que no se le daba bien eso de escribir... Bueno, al final, al cabo del tiempo y, cediendo a mi capricho, se decidió por crear algo y aquí os lo dejo. ((que tenía yo ganas de publicarle algo, oigan))

 

Tenía 55 años. Aún era joven y ya estaba sola. Dos años, dos años hace que él se fue. No estaba preparada, fue tan repentino, fue todo tan deprisa. La soledad, esa losa grande y pesada, le caía encima, como Atlas sostiene la Tierra y el firmamento, pero ella no puede y la aplasta. Se ahogaba, se deprimía, se moría. No tenía amigos, ¿para qué? No los había necesitado, con él era suficiente, él era su amigo y su amiga. Cuando él estaba… Ahora sabía muy bien lo que había perdido. Aquellos paseos interminables por la ciudad que les había visto nacer y crecer y a la que amaban con sentimiento filial: 

-Mira que edificio, lo han dejado precioso.

--Sí, pero ese toldo verde, se da de patadas. Yo, si fuera uno de esos del patrimonio histórico- artístico, les obligaría a quitarlo.

--¿Y si vamos a comprar churros y nos los merendamos sentados en un banco de la plaza? 

 Y así, paseando, comiendo una hamburguesa, viendo una película, yendo a la playa o viajando de vez en cuando, eran felices. Y ahora sola. 

¿Ir sola a pasear? ¿Ir al cine sola?. Y tantas cosas sola ¿Cómo, si cada calle, cada edificio, cada barco del puerto, cada monumento o edificio de la ciudad, las tiendas, (porque hasta iban juntos de compras), le recordaba su pérdida y la hundía más en su depresión? Si se quedaba en casa… Sus escritos. Sus escritos por todos lados, algunos eran poesías de amor dedicadas a ella, otros, relatos, pensamientos, sentimientos que plasmaba en un papel. En casa tampoco había un rincón que no le recordara a él. ¿Dónde ir? ¿A dónde escapar, para encontrar un minuto de paz? Imposible, no lo soportaba, pensaba que debía haberse ido ella en vez de él, porque ella sin él no sabía vivir, no podía. Bueno, pues si se anima a seguir, le iré publicando los Domingos por la noche.

viernes, 24 de abril de 2009

Hay Un Rastro de Río


Hay un rastro de río 
que va dejando por mi cuerpo 
destellos que evocan tu recuerdo. 

Allá abajo, tu presencia. 

Sobre el brillo huidizo de plata 
reposa mi ausencia. 
Sumergido en tus aguas 
intento adentrarme en tus secretos, 
mas celoso carcelero es el torrente 
negando nuestro encuentro. 

Tú, permaneces distante y quieta en el lecho. 
Yo soy arrastrado como pez por la corriente. 

Yo quisiera ser 
el océano donde descansara tu río. 
El caño alegre de tu manantial cristalino. 

No soy, tan siquiera, 
la gota de agua
que empapa el asfalto gris de tu alma dormida. 

.....ooOoo..... 

Pd.: Posiblemente, este Domingo publique algo de "alguien", al igual que hacía hace tiempo con "Madrugadas de Papel"... Si La Flaca quiere, le publicaré, ya digo, este Domingo en la noche... Ya veremos. Buen finde.

miércoles, 22 de abril de 2009

Haiku 8

Naufrago soy en mitad de mi desierto de olas de dunas que me tragan y vomitan sin cesar. Mis delfines son alacranes y serpientes. Desnudo, achicharrándome el cerebro con el sol calado hasta las cejas, paso el tiempo. La arena, licuada por el calor abrasador se abre paso a través de mi esfínter como fuente incandescente perforando mis intestinos… hacia arriba...poco, a poco. Pero sé que, una noche, el frío papel de plata de una pequeña y dulce chocolatina enfriará mi vida.



Crecen las sombras, 
el sol se entierra y muere, 
nace la luna



Si te molesta que haya publicado tu imagen, me lo dices y la quitaré inmediatamente. Si la ves y no te importa: Gracias.

lunes, 20 de abril de 2009

Mi Calle


En esa casa nací y allí me crié, en el 3º, allá arriba, a lo alto -todo: de izquierda a derecha, los 4 balcones y los 2 miradores-... Y allí la dejé cuando me marché al inicio de mi adolescencia. Al cabo de los años, volví y nos abrazamos. Y cuando ahora, de vez en cuando paso por Mi Calle, me paro a su lado y nos saludamos con la sonrisa llena de recuerdos. Parte de esos recuerdos están plasmados en este poema; en esta calle en la que vive mi casa... Mi casa, que ahora está hecha un asquito con esa puerta sin aldaba, junto a la carpintería de Coloma que, supongo, la destinaran a garaje... Espero que la dejarán guapa y preciosa, como ella se merece y como siempre lo fue... por lo menos, en mi memoria.

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Mi calle es un carro de basura 
tirado por un mulo 
a manos de un buen hombre,
que llevaba, como compañero, 
a un perro bueno y huesudo. 

Mi calle son cientos,

miles de gorriones, 
que al canto ensordecedor del ángelus,
y al de la arriada de bandera, 
revolotean alterados, en bandadas traviesas, 
sobre el anciano ficus militar que los cobija. 

También es mi gorrión que se escapó por el balcón. 


Mi calle son mis hermanas 

con sus velos puestos
y a misa de doce. 

 Mi calle son unos pocos coches

y una lambreta. 

Mi calle es subida y es bajada. 

Es jugar a la pelota con soldados, 
soldaditos de carne y hueso
y chiquillos de la Puerta de la Villa.

de la Cuesta de la Baronesa.

Mi calle es un estanco

y un sereno.
—Serenooo!... 
—¡Vaa! 
Y un señor con palo largo
que enciende y apaga las farolas.
Y una carpintería, la de Coloma, 
donde él me contaba historias
mientras las ratas, ufanas, 
correteaban por la viruta. 

Mi calle es un portal

de madera bien labrada, 
con aldaba de hierro: 
Una mano con anillo, 

como tiene que ser. 
Pero yo llamaba golpeando 

la puerta contra la pared.
-es que no llegaba a la aldaba.

Mi calle son árboles con gatos 

que maúllan por no poder

bajar de las ramas. 
Y en las noches de luna llena, 
mi calle es radiante y luminosa;
que mi lunita se baña
en sus destellos de plata reluciente,
en lugar de hacerlo
en el puerto,
que bien cerquita lo tiene.

Mi calle es lúgubre y oscura 

bajo un cielo estrellado, 
con un niño, por un balcón acunado, 
implorando que su padre no muera.

En mi calle hay puertas para llamar y salir corriendo


Mi calle es un garaje para inflar balones. 

Mi calle son delantales y dragones,
y tronos del Resucitado.

Y dejé mi calle y marché lejos. 

Ahora he vuelto y,
cuando vuelvo a pasar por ella, 
se me clavan los recuerdos, 
se me amontonan. 
Y sus viejos balcones me saludan, 
y sus tristes miradores me miran. 


Yo pensaba que una calle era,

sólo eso, una calle, 
pero la calle, 
cuando es Mi Calle, 
es otra cosa.

Igualico que tu calle.

Mi calle está cambiando 

entre lo viejo y lo nuevo. 
Pero mi calle, 
a pesar del tiempo que pase
por sus fachadas y aceras.

seguirá siendo Mi Calle.

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viernes, 17 de abril de 2009

Dos Poemas Chinos

No soy dado a publicar cosicas que sean de "autores consagrados en el mundo de la literatura del mundo mundial"... :)) , pero estos dos poemas chinos, han aparecido por un rincón del ordenador y, quitados el polvo, los he vuelto a releer y.... y he vuelto a quedarme prendado. Aquí os los dejos, para que podáis disfrutarlos tanto como yo. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
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POEMAS DE LA DINASTÍA TANG Y PERIODO DE LAS CINCO DINASTÍAS (618-960)


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Dejo mi laúd sobre el banquillo curvo,
y me quedo quieto, absorto en mi emoción.
No hace falta que roce las cuerdas:
las acaricia el viento y suenan solas.
(Po Chu YI)

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En la colina del arroz cocido
me encontre con Tu Fu.
Era en el caluroso mediodía
y sostenía un sombrero de bambú.
Dime, ¿cómo es que has adelgazado tanto?
¿Sufres acaso de poesía?
(Li Po)

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Buen fin de semana para todos.

miércoles, 15 de abril de 2009

Vitoriano II



Bueno, pues mientras hablaban de que si sí o si no le dejarían a Vitoriano quedarse en el centro de acogida, llegaron en un "plis-plas"

--Vamos, Vitoriano, baja del coche y ten cuidado no te golpees la cabeza. ¿Necesitas que te ayude?

Lentamente, el anciano bajó él solo del coche con apenas esfuerzos, Guillermo pulsó el mando y cerró el coche. Ambos se dirigieron a la puerta de la residencia. Una vez allí, llamaron al timbre. Serían la una y algo de la noche.

Una puerta de cristalera flanqueba un paso ámplio, de algo más de 2 metros. Se abrió y una cabeza femenina , asomó la cabeza.

--Buenas noches -dijo una mujer de entre 40 a 50 años, de pelo corto y peliteñida.

--Buenas noches, contestó Guillermo.

Vitoriano estaba apartado de la puerta, hacia un lado, junto a la pared. Parecía como si no quisiera saber nada, o que ya daba todo por perdido antes de llegar.

El relato de la conversación de cuando llegaron al centro de acogida, no merece ni tiene mucha importancia, tal y como corren los tiempos hoy en día, de desamor. Si pudiéramos hacer un pequeño resumen diríamos que, Guillermo y Vitoriano, se fueron por donde habían venido. Había orden del presidente del centro de que no se admitiera más al anciano, porque no había aceptado irse a una residencia que le habían buscado los servicios sociales. Resulta que, aquel pequeño viejecico, era un hombre libre y no le gustaba estar atado; y mucho menos que le dirigieran su vida. 

--Es que, después de dos meses aquí, en el centro de acogida, me han dado una residencia en Yecla, y yo la quería en Elche. Es que, en Yecla no conozco a nadie, y en Elche conozco a gente.

--Ya, Vitoriano, pero podías haber ido simplemente a probar qué tal te iba, y a lo mejor te hubieras adaptado al sitio y hubieras conocido a gente y te hubieras conseguido amigos. 

Desgraciadamente el sistema funciona así. ¿Qué otra cosa se le podía decir a un anciano de 79 años, sin un pedacico de familia que llevarse a los brazos? 

--No, yo ahora estoy negociando el irme a Elche... -Vitoriano paró en seco de hablar y...- Oye, que si no te importa, dejas el coche aparcao y yo me echo en el asiento de atrás, porque al raso no pienso dormir. 

--¡Chacho, no!; cómo vas a hacer eso. ¿Y si pasa la policía y te ve?. En todo caso me quedo contigo. 

--¿La policía?... ¿Ahí detrás, echao?. ¡Qué va a verme! 

--Mira, vamos a hacer una cosa. Vamos a ver si encontramos a la policía y ellos seguro que te encuentran un sitio para dormir esta noche... a lo mejor ellos, como polis, tienen la autoridad que yo no tengo para que duermas en el centro de acogida. ¿Te parece bien? 

--Bueno. 

Una de las opciones barajadas por Guillermo era que, o los dos dormían en el coche y al amanecer se iban... otra vez a buscar la casa de su amigo al lado del Samaritano, o se lo llevaba a su casa si la poli no se encargaba de él. Por otro lado, el que la poli se hiciera cargo de Vitoriano, supondría que, tal vez, si lo llevaban al centro de acogida donde no quisieron acogerlo, lo acogerían ahora, sin más narices, yendo con la “autoridad competente”.

Comenzaron una nueva odisea: Tratar de encontrar un poli urbano. Y es que, como la ciudad estaban de procesiones, pues todos estaban por el centro y el centro estaba vallado, cortado, jodido de pasar. 

Vueltas, y más vueltas, por direcciones prohibida, por... ¡por hasta las narices estaba ya Guillermo de no encontrar ni un pajolero poli siquiera, que le multara por las infracciones! 

--Mira Vitoriano, estos tíos son la leche, cuando los necesitas no están, y cuando no los necesitas... 

--Claro, están todos viendo la procesión. 

Ya cansado de dar vueltas, Guillermo pensó en llevarlo al cuartel del 092 que estaba a la salida de la ciudad, en el otro extremo de donde estaban. Total, con las vueltas que habían dado, no importaba, y la ciudad tampoco era tan grande que digamos. De pronto, parado en un semáforo vio cómo un 092 se estacionaba a unos metros atrás suya. Tocó el claxon, puso los cuatro intermitentes y saltó el semáforo en rojo, parando junto a la acera en la curva que se iniciaba para entrar en la rotonda. Bajó del coche y los agentes ya iban para él, pues con señas tb. les había alertado. Una poli y un poli le atendieron cortés y educadamente 

--Buenas noches. 

--Buenas noches, agentes. Tengo en mi vehículo a un anciano que... Y relató todo lo ocurrido: Que hacía más de dos horas y media que buscaba la casa de su amigo. Que se había caído dos veces. Que en el centro de acogida no lo acogían... etc, etc

--Buenas caballero. ¿Puede salir usted solo? –Dijo el agente a Vitoriano una vez abierta la puerta del coche, y le ayudaron a salir. 

--Se llama Vitoriano –les informó Guillermo. 

--Vitoriano, ¿tiene familia? -interrogó el policía.

--No. 

--¿De dónde eres? 

--Soy de “TAL PUEBLO” 

--¿Tienes documentación? 

--No. Me valgo con mi persona. –y se señalaba con toda la mano abierta, de arriba abajo- 

Ante tal respuesta, los agentes y Guillermo se miraron unos a otros y sonrieron. 

--Puede usted marcharse, que ya nos ocupamos nosotros –dijo el poli- 

--Gracias –respondió Guillermo y se despidió del viejecico dándole la mano- 

--Vitoriano, amigo, buenas noches.

--Adiós –se despidió Vitoriano.

Guillermo subió a su vehículo y marchó para casa, donde contó todo lo ocurrido. 

 Mientras iba para su casa, Guillermo no podía dejar de pensar en aquel pequeño naufrago social que sobrevivía sin apenas chaleco salvavidas, pero con dignidad. A su manera, pero con dignidad. –sin más comentarios-
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Yasí, sin querer hacer juicios de valor, me he limitado a exponer esta pequeña historia que ha llegado hasta mis oidos y que aconteció en una pequeña ciudad del sureste, un lunes de Semana Santa de 2009.

lunes, 13 de abril de 2009

Vitoriano I

Me lo pensé mucho, pero al final, he decidido, por la extensión del relato, dividirlo en 2 partes: Vitoriano, I, y Vitoriano II, que como es habitual, lo publicaré hoy lunes, y el miércoles, para no romper el ritmo de mis días de publicación... eh, Lourdes???... jejeje. Gracias a todos los que me leéis.

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Sus hijas no habían bajado a tirar la basura al contenedor aquella noche. Ya era tarde, alrededor de las 11,30h y se disponía a irse a la cama. Sin comentar nada cogió la bolsa de basura orgánica y la de plástico y bajo a la calle a tirarlas a sus contenedores respectivos que, sin darse cuenta, las 2 bolsas salieron disparadas al mismo contenedor verde.

-Vaya! -exclamó y se dio la media vuelta para regresar a casa, cuando: 

--Oiga, ¿por dónde se va a “TAL BARRIADA”, al Samaritano? –le preguntó un menudo y pequeño anciano. 

--Pues le pilla un poco retirado. Tiene que bajar por la siguiente calle a la derecha y... 

Terminadas las explicaciones de dónde se encontraba el Samaritano, ambos se despidieron. 

Aquella persona era un viejecico alrededor de los ochenta años. No mediría más de un metro cincuenta de estatura. Una gorra blanquecina encasquetada a modo de casco militar le cubría la cabeza, casi tapándole aquellos dos pequeños ojitos y destacándole unas grandes orejas desabochadas. Una chaqueta y pantalón de vestir le cubrían el cuerpo y unas zapatillas tipo playeras le cubrían los pies. Guillermo sacó las llaves del portal de su casa, mientras giraba la cabeza viendo aquella figura pequeñica y parsimoniosa cómo se alejaba con los brazos cogidos a la espalda. Meneó la cabeza, dio un pequeño bufido exhalando aire y se dirigió con paso rápido hacia el anciano. Ya, a su altura: 

--Oiga, si quiere, yo le llevo al Samaritano.

--Bueno.

--Espéreme aquí, en la esquina. Siéntese en el macetero de la palmera, y yo subo a mi casa a por las llaves del coche. Bajo enseguida. 

Cuando el anciano dijo "El Samaritano", quería decir “El Buen Samaritano”, un comedor social. Guillermo aceleró el paso y subió a su domicilio, cogió las llaves del coche, a la vez que explicaba en casa lo ocurrido: 

--No podía dejarlo solo. Me ha dicho que se ha caído dos veces y… No creo que tarde mucho. Lo dejo y regreso enseguida. Se despidió y bajó de nuevo para encontrarse con el anciano. 

Ya los dos en el vehículo, camino al Samaritano, Guillermo preguntó y, Vitoriano, que así se llamaba el anciano, contó que era viudo, que su mujer murió de un cáncer hacía un tiempo, y que desde entonces vivía solo, sin familia.

Llegaron al Buen Samaritano. Claro, a esas horas estaba cerrado. Aquel lugar era solo un comedor de indigentes con un horario estricto y… eran ya casi las 12 de la noche. 

--Vitoriano, esto está cerrado -le dijo Guillermo parado el vehículo frente al comedor social y aparcó seguidamente el coche en batería frente a la puerta. 

--Ya -dijo el anciano lacónicamente.

 --¿Entonces? Tú dirás. 

--Es que vengo a casa de un vecino que tenía yo, y que vive al lado del Samaritano. Algunas veces he venido a dormir a su casa y hoy no la encuentro.

--Pues el Samaritano está aquí en frente. Tú dirás. 

--Pues por aquí tiene que estar la casa. 

--Vamos a darle la vuelta a la manzana y vemos un poco el lugar –terminó diciendo Guillermo. Y desaparcando el vehículo iniciaron de nuevo el recorrido, ahora alrededor de la manzana del edificio donde se encontraba el Samaritano. ... Nada... Cuatro o cinco vueltas y más vueltas por los alrededores, y Vitoriano no lograba recordar. 

--Es que de noche no maclaro bien, tos los gatos son pardos. La noche, pa quien la quiera. El día es mejor. Maclaro mucho mejor y voy parriba y pabajo, pero por la noche... 

Debe ser duro saberse que pierdes ciertas capacidades para valerte en la vida. 

--Ya, Vitoriano, ya, comprendo. Y ahora ¿qué hacemos? ¿Recuerdas algo más? 

--Vive por aquí al lado. Se pasa por debajo de un puente azul.

 Aquel: “vive por aquí al lado”, hizo que Guillermo cerrara los ojos y mirara al cielo. Tomó aire y... 

--Vitoriano, el puente azul está retirado de aquí, y si tu amigo vive al lado del Samaritano... 

--Vamos, vamos pal puente azul –dijo el anciano casi inquisitorialmente. 

--Vamos, Vitoriano, vamos a ver si logramos encontrar la casa de tu amigo. 

Entre unas cosas y otras, vueltas y más vueltas, el tiempo pasaba y pasaba y, Vitoriano, sin ubicarse. 

--¿Es que hace calor, o es que te has olvidado cerrar la ventanilla? –preguntó Vitoriano de sopetón.

-- Hace buena noche, no hace frío, que digamos. 

--Pues yo tengo frío -respondió el viejecico algo molesto. 

--Bueno, voy a cerrar un poco. –dijo Guillermo y cerró la ventanilla dejándola, tan solo, cuatro dedos abierta, cosa que en el fondo agradeció.

Y es que, ese agradecimiento venía a razón de que el buen Vitoriano desprendía los perfumes propios del abandono higiénico corporal que, a esas edades, hay que cuidarlos más, o alguien debería de preocuparse por cuidarlo, pero que a él no lo cuidaban. A saber: sudor y orín, entre otros, aparte de los propios del alcohol y tabaco. 

Cuando Guillermo subió a Vitoriano por primera vez al coche, pensó en cubrir el asiento con... con algo, pero no le pareció bien. Pensó que ese tipo de cosas pueden provocar, digamos, cierto tipo de sentimientos –cada cual que entienda- a la persona afectada. Lo más que podía pasar es que el asiento quedara con olor a orín, o un cerco o... Y bueno, una buena limpieza y como nuevo. Por otro lado, el coche, no es que digamos que fuera un último modelo, que ya tenía sus más de 11 años. Aclarar, tan solo, que Vitoriano podría oler a alcohol, pero estaba totalmente sobrio, solo que su aliento no era de la mejor cosecha vitícola, ni de los mejores campos de tabaco. 

 Y vueltas y más vueltas y vueltas. 

--Vitoriano, como no encontramos la casa de tu amigo, te voy a llevar al centro de acogida “TAL”, que allí seguro que te acogen para dormir esta noche.

--No, -dijo rápidamente- de allí me han echao porque llevaba 2 meses y ya no puedo estar más. 

--Venga hombre, vamos allí, que por esta noche no creo que tengas problemas.

Y Guillermo y Vitoriano, después de dar y dar vueltas sin encontrar la casa del amigo, salieron rumbo al centro de acogida.

(continuará)

viernes, 10 de abril de 2009

Haiku 7

Te acercas a mí como espíritu de luz a mi mundo encarcelado, y un perfume denso, dulzón, me envuelve arropando mis sentidos. Me haces que te abrace fuerte y exhalo, profundo, el aroma que vas dejando, para que permanezca en mí el máximo de la jornada hasta la vuelta a casa. Y así todos los días, al besarte, cuando nos despedimos camino de nuestros trabajos.
canela en rama, 
aromas de tu cuerpo 
por las mañanas