ALGUACIL: ¡Se me levanten todos! ¡Entra el Sr. Juez Presidente de la Sala, D. Justicio Garrotez Vilgliotinez.
JUEZ: ¿Quién es el reo y quién lo representa?
BARÓN: Yo y yo
JUEZ: ¡Vaya!... afán de protagonismo… Empezamos bien.
Nombre, caballerete… nombre.
BARÓN: Zoy D. Julio Falcó y D´adda, Barón de Benifayó y Zenador por Madrid.
JUEZ: Vale, venga. Prosigamos, alguacil.
ALGUACIL: Al reo se le acusa de dar matarile a una princesa rusa.
JUEZ: ¿Y el reo se declara…?
BARÓN: Puez…
JUEZ: ¡No!... No me lo diga: Inocente.
BARÓN: Pozí, zeñó Juez P´dezidente.
ALGUACIL: (en voz baja acercándose al barón).- ¿Quillo?
BARÓN: No, lo que paza ez que tengo p´doblemaz de ponunziazión con la “ece” y con la “zé”
ALGUACIL: ¡Ah!
JUEZ: Dejen de cuchichear y al tajo, que tengo dentro de media hora una partida de saetas en la taberna del Ahorcado Feliz.
¡Enga, empezemos… digo.. empecemos”!...
A ver, señor reo, decía usted que se declaraba…
BARÓN: Zí, zu zeñoría: Inozente, pero que inozente del todo
JUEZ: Pues no lo veo yo tan claro, quesque las coplillas que se cantan por ahí… dice,n todo lo contrario, ¿he, fanfarrón?
BARÓN: ¿Y le va a hazé cazo uzté a lo que digan laz coplillaz de la gente, zeñó Jué?
¡Vaya con Dió con los juizioz padalelozzz!
JUEZ: El pueblo ez… digo… es muy sabio y siempre sabe lo que se dice.
BARÓN: ¡Y una miezzzzzzda!
JUEZ: ¡Modere zu...su vocabulario, (joé con este zezeo) o me veré obligado a ahorcarlo yo mismo!
¡Enga, Enga… comienzzzz… ¡joder!... comience su alegato, que tengo prisa por irme a tomar unas birritas y jugarme la partida!
BARÓN: Puez mide uzté, zeño Juez, quezque, la duza en cueztión,
JUEZ: ¡Rusa!
ALGUACIL: (Zí, zí... grrrr... Sí, sí, ¿solo problemas con la "s" y la "c"?)
BARÓN: Ezo, duza... Poz como le dezía, eza duza, tan bonica, tan lozana, tan coqueta, tan blanquica ella y tan dubica, que a mi ze me padecía un angelico bajao del zielo. Que me p´dendé de ella na maz vedla. ¿E zezo un delito, zeñó Jué?
Mi amó entedo le judé pero la joía guiri ni puñetero cazo mazía.
Mi hazienda y miz dinedozzz, miz criadoz, miz caballoz, la izla enteda y laz aguaz que la zidcundan… tó pa ella, tooo pa ella, ¡ála!... ¡tó pa ella que le ofrezí!… Pero ya digo, pod máz que yo le ofrezía, ella, “podahí”, pod eze adco ze lo pazaba.
JUEZ: ¿Podonde?
BARÓN: Ainnnnnzzzzz... ¡poz podel zioziete, Señó Jué!
JUEZ: ¡Ah! Ziga, ziga.
BARÓN: Y ez que, zu zeñodía, no entiendo zu zedazón de ella, por máz que lo intento y tato de dazoná, puez a la viztaztá mi podte y mi figuda, mi linaje e hidalguía… mi noble cuna… Que ya quiziedan muzias damaz de la cozteee, encamadze con ezte cuerpo zerrano que tengo.
JUEZ. ¿Cued... grrrrr,,, cuerpo zerrano?... Entradito en años, más bien, didía yo. Pod favó… abevie.
BARÓN: Puez como le iba diziendo, aquella mujé dezp´deziome todico entero miz tezoros, ¡a mí todo entedico yo!… ¡todo, todo y todo…! Todo el amod que le ofdezí, ya digo que, pod “ahí”, ze lo pazó, y la mu dezagdadezía, calabazas me dio.
Dizen unoz, que zi la medlancolía y la añodanza de zu tiedda, otodoz que zi yo muy mayod y ella mu jovenica… Que zi laz nochez en vela llodando la pena de zu dezgdazia… ¡Y una mieddddda!, ¡que a ezcondidaz me loz ponía, y mu bien pueztoz, aunque, la veddá es, que no me favorezían, loz cuednos, digo!... Y ez qu, zu señodía, una noche, zepa uzté, la ví detozando con oto en la Cala del Contabandizta a la luz de la luna yena. Mire, pos dezulta, zeñó Juez, que…
JUEZ: Ezto… digo, esto se pone intedezante… ¡Cuente, cuente!
BARÓN: Poz digo que, la mu ladina, con Manolín, mi jaddinero, a miz ezpaddas, con e ze veía… Ya ve, con un p´debeyo jaddinero azadadiado y enzima, mad pagado.
JUEZ: Pero al parecer, bien resalcido
BARÓN: ¡Zeñó Jueeee!... No ahínque máz en la hedida, pod favó, que dezfayezco de doló…
JUEZ: Doló en la frente, ya…. Mmmmm… bueno, y pa terminar… Total que ud mismo la despachó y matarile le dio, ¿no?
BARÓN: Uzté divague, que yo, a do mío… Puez zepa, zeñó, que ¿qué amod puede zopodtá en ezta mízera mizeria, que te da jueguen y te entdetengan con dágrimaz en dozojoz, pa dezpué codded a loz b´dazoz de otodo a detozá y dizfdutá y a mi cozta?… Podque, muzia, muzia lagdimica, muzio zuzpiro... pero por laz nochezzzzz… ¡Ja!, pod laz nochez, dizen que la oían diodá lagdimicaz y zuspidá de dolor… De doló... Zí, zí ¡De p´dazé, oño!. Que aqueyoz zuzpiroz y zoyozoz edan ded plazé que ed jaddinedo le pdopodzionaba… ¡jodé!... Y yo, dando vuedtaz pod la pdaza, de buddadedo en buddadedo...
JUEZ: Bu, ¿qué?
BARÓN:Buddadeeeero... ezo pa que no tapidien loz todoz.
JUEZ: ¡Burladero, coño!
BARÓN: Pozezo: Buddadero.
JUEZ: (¡Dió zanto!)... Ziga, ziga
BARÓN: Poz como decía, yo, deztozaico vivo, penzando en que el alma ze me modía de tidizteza y de doló pod ve a mi amada pedeza en ezta cadzed de cdiztá… de bohemia, cdaro, que to hay que dezi… Pedo, mejor dicho, de cdiztá de amod, amod de miz amodez…de mi amod que le ofdezí y que eda un zin vivir pamí, ved de como yodaba po e día, podahí por doz dincones en eztado de medancodía… Yo de ved comoztaba y lo que dodaba dádgdimas, me modía. ¿¡Dágdimaz de medancodía!?... ¡Dádgdimaz de cocodilo!... ¡Qué joía!...¡de cocodilo azezino del Nilo!
JUEZ: Y ¡zas!...¡la mató!
BARÓN: ¡Ah...!
JUEZ: ¡¡¡Cómo que… ah!!! ... ¡Adguací, tdaiga el adma del delito!
ALGUACIL: Ezzztoooooo
JUEZ: ¿Ezzzto, qué?... ¡Joder!, digo… ¡¿Esssto qué?!
ALGUACIL: Puezzzzz
JUEZ: Puez ¿qué?
ALGUACIL: Puez que va a ze que no.
JUEZ: ¡Lo mato, yo a uzté, lo mato!
ALGUACIL: ¡Zeñor, Zeñor!... ¡qué cozasss tiene uzté! …
JUEZ: ¡¡¡Que taigan e cadaveeeeee!!!... ¡A alguien tengo que ajuztiziá, como me llamo Justizio!
ALGUACIL: Eztoooo… tampoco hay… ¿Una tila pal cabreo, tal vez?
JUEZ: ¡¡¡A loz doz, a loz doz me los cadgo en libdeta!!!
De si ella fue muerta o no por el Barón, o mandado un sicario por él… ¿quién lo sabe?. Lo que sí se sabe es, que ella desapareció y que así quedó la cosa, a pesar de que las coplillas del pueblo inculpaban al Barón, pero que al no haber cuerpo ni de la rusa, ni del delito, pues que el Barón salió libre sin cargos, por no poderse demostrar su culpabilidad.
También es cierto que, ya por estos tiempos que hoy corren, a la Dama y al Barón se les ve vagar en las noches de bruma y luna pálida por los alrededores de la isla, y que alguna vez los han visto en discotecas de La Manga meneando… el esqueleto… Que esto último, es un decir, porque, a decir verdad, tanto el Barón como la princesa rusa, cada uno por su lado, lloran su pena. La una, ella, ¿por su amado el jardinero?, ¿por melancolía de algún amor lejano?...¿por morriña de su tierra?. El otro, él, lo que sí es verdaderamente cierto, es que vaga su pena por ese amor que nunca pudo conseguir: Su blanca y delicada estrella que le alumbraba su vida o, por lo menos, eso es lo que él pretendía de ella, mas todo lo contrario ocurrió, que en sueños de cuervos negros, su pasión se convirtió, y, los cuernos que le salieron, a la locura lo llevó.
Sí, ya, que ahora podían liarse… retozar y esas cosicas… ya! Pero es que son espectros y, como tales,
a ver cómo lo hacen.