Hacía tiempo que no pasaba por el parque y era la hora del "Colega". Aceleré el paso. Una mañana tranquila y soleada iluminaba los árboles, mientras los patos nadaban en el estanque. Comencé a divisar el corrillo de gente que lo rodeaba. Llegué y pregunté cuánto tiempo llevaba y me dijeron que un buen rato. Así que permanecía allí a escucharle lo que hiciera falta.
--... y así señores, que concluyo con este poema que es una ampliación a un pensamiento que hace algunos cuantos años hice, y que sigue y sigue, a través de los años en actualidad , por desgracia seguirá, como ha pasado a través de los años, desde que el hombre se dio cuenta de que, agarrarse a un cargo público es, un pasaporte hacia... digamos, su prosperidad personal... Vamos,¡ a robar a manos llenas y que se joda el personal! Pero tengamos siempre presente, queridos amigos, que existe gente buena y que vive en función de los demás y no hace que los demás vivan en función de sus necesidades, caprichos y beneficios. Desgraciadamente, éstos, duran poco en la política, devorados por el sistema de la corrupción institucionalizada. En fin, os leo y me marcho.
Jamás,
zapatos
brillantes
que
pisen moqueta,
podrán
entender
las
penurias
de
aquellas esparteñas
que,
a fuerza de pisar
y
sufrir la tierra,
terminan
viejas y rotas.
Y si
esos bonitos zapatos,
para
colmo,
en
algún lugar
de
un tiempo pasado
fueron esparteñas,
ahora
olvidando
su
humilde condición
y
aprovechando su posición
para
lucrar su persona,
pues
aún más delito tienen.
Que
los unos y los otros
tengan
la decencia
de
sentir vergüenza,
tengan
la suficiente dignidad
para
reconocer sus errores,
renuncien
a sus prebendas,
y se
larguen de las moquetas.
Marchen
a la tierra
y se calcen las esparteñas
a
ganarse el sustento
con
su propio sudor,
que
así los
unos:
los
bien nacidos
en
cómodas cunas,
aprenderán,
por vez primera,
lo
que cuesta
llenar
la cesta familiar.
Y
los otros:
los
que han venido de la tierra
y
lograron vida mejor,
éstos,
que purguen su pena
de
traición,
porque
saben
desde
su nacimiento
lo
que los primeros no saben,
y
esto, esto es pecado peor.
Tengan, señores,
los de arriba,
la vergüenza
de aprenderse la lección,
de que
no es el sudor ajeno
el
que debe hacer brillar
los
zapatos de charol,
sino el sudor,
del propio charol
del propio charol
que
pisa la moqueta,
es el
que debiera aliviar
a
quien, a su pesar,
la
vida le ha dado las esparteñas.
.....ooOoo.....
Bueno, llegué casi al final, pero me valió la pena. Y tal y como dijo, terminó de leer su poema, bajó de su "estrado", lo cogió y se marchó con paso lento y parsimonioso. Dió la casualidad que pasó justo por mi lado y casi me da en la rodilla con la caja. Me pidió perdón y se sonrió, no sin antes hacerme un comentario que casi ni entendí al principio pero cuando abandoné el parque pensativo, descifré que había hecho referencia a que, "qué suerte la mía si cogía la baja o no sé qué para quince años" Toda un figura.