
La primavera ha venido
y de este
corro no ha salido;
que la
busque,
que la
busque...
¿Quién la
querría buscar?
¿Acaso
encontraríamos
la risa
perdida de un niño
surcando
ríos de sangre?
¿Encontraríamos
los besos
de los amantes
entre
espinas de metal
y huesos
rotos?
¿Y la
felicidad,
la
podríamos encontrar
tirada en
las aceras?
¿Quién
quiere encontrar
la
primavera
en este
berenjenal
de
inhumanidad?
A veces,
mi corazón
se cansa
y juega a
que me engaña
y me convierte
en abatido
queriendo
no vivir
esta
pesadilla
diaria,
cotidiana.
A veces,
el horror,
se
convierte en algo
tan normal
y cotidiano,
como el
paso
de la
noche al día.
A veces,
acallamos
la poesía
de los
amaneceres
con
nuestra indiferencia.
Yo quisiera
ser
siempre
ave del paraíso,
y no
gorrión de calle.
¿Quién
quiere buscar
aquella
humanidad perdida?
¿Quién
quiere gritar
y no
callar,
agarrar
los vientos
y pasear
por los
parajes yermos
para
darles vida?
¿O es que
estamos
tan
muertos
que, de
tan podridos,
ya ni
olemos a jazmines
en las noches de primaverales,
ni a
azahares en los huertos?
El llanto
me sabe
a amargo
ajenjo
cuando me muerde
los
labios,
pero existe Ella.
Ella, me hace
ver
un
firmamento
iluminado
de estrellas.
Con Ella,
cada
lágrima es
una
minúscula lupa
que
aumenta y me hace ver
la pequeña
luz
que aún
queda.
Que la vida,
aún mantiene su belleza.
Que la vida,
aún mantiene su belleza.
Es Ella
la que hace que
de mis venas,
cada día,
la que hace que
de mis venas,
cada día,
sigan
brotando
primaveras.
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