Haiku.50

“Es todo lo que te puedo ofrecer”, me dijo. Y echando los siete cerrojos de la biblioteca, con paso lento, y cansado, se marchó ungiéndose la cabeza con un polvillo brillante y tintineante a mis oídos, que iba sacando del bolsillo de su polvorienta y vieja chaqueta. De repente, sus pies comenzaron a elevarse del suelo, y voló. Voló a través del ventanal, perdiéndose en la lejanía, hasta ocultarse tras la sonrisa de una blanca luna de harina que iluminaba la noche. Allí quedé, anclado al suelo, pensando que ojalá, algún día, yo pudiera ser así.

años han sido 

el camino del viejo,

sabia es su vida 

Siempre Termino Queriéndote

Siento, a veces,

que la vida

se me pierde

entre rayos

de luna oscura.

Que no siempre

dos más uno son tres,

pues se pierden

entre la cara y el envés

de cada hoja

escrita al viento,

y las cuentas

salen al revés.

A veces,

viene el universo

a cobijarse

entre mis manos,

y siento el agobiante peso

de su ingravidez;

pesado como ataúd cargado de sueños,

quebradas sus alas

sin metas que lograr.

A veces pienso

que todo es un humo

disfrazado de polvo de estrellas;

que el cielo reverdece

y huele a hierba,

y que la hierba huele a mar.

Pero aún así,

siempre termino queriéndote.

Te he querido siempre

y siempre te querré,

porque eres yo

y estás a mi lado,

y tienes la desvergüenza

de mirarme fijamente a los ojos,

de hacerme sentir

y suspirar.

…..ooOoo…..

Aquel Beso

Mis manos

huelen a tu perfume

si mis ojos cierro.

Si cierro mis ojos,

siento tu cuerpo

a mi cuerpo abrazados.

Abrazado a mi cuerpo

siento aquel beso que nos dimos,

en lo oscuro,

en lo furtivo,

como adolescentes

escondidos de la gente

de nuestro alrededor.

Siento, la caricia juguetona

de tu lengua en mi boca;

mi lengua traspasando tu boca

a través de tu blanco y suave  marfil,

muro derribado y vencido
por la pasión.

Cierro los ojos,

y a poquito a poco

siento que te aprieto

contra mí, queriéndote mía.

Sintiendo, cómo tu abrazo,

quería que yo fuera tuyo.

Y he sentido tus suspiros

reclamándome a gritos;

he sentido, tu pasión

mientras yo caía

a los abismos

de mi propia pasión.

Toda tú me envolvías,

como la mar

a su barquito velero,

celosa porque no llegara

a ningún puerto.

Y me hiciste navegar

por entre tus mil olas

que me impulsaban

a perderme

por entre el humedal

y el dulce sabor de tus labios.

Mientras tanto,

la penumbra

se nos hizo cómplice

de aquel encuentro.

Afuera,

las luces de la noche

iluminaban las huellas

que fuimos dejando.

Y acabó nuestro encuentro,

terminó nuestro beso.

Tú, regresaste a tus sueños

entre sábanas de seda,

yo, seguí caminando

por las aceras,

con cara de tonto enamorado.

…..ooOoo…..