Te haces esperar
como la prostituta deseada
que en el lecho deleita su soledad lasciva
al suave y constante roce sinuoso
de su terso cuerpo entre sábanas
de sedas orientales.
Tras la puerta, el tiempo chirría
haciendo entrechocar sus granos de arena.
¡Qué crueldad la suya,
que cautiva las almas en cárceles de cristal!
Y mientras éstas, las almas,
hunden su agonía en ese caer constante,
que es el morir,
afuera, tras el barrote cristalino
que marca la frontera,
la vida se empeña en vivir.
(Hay días en que mi vida se asienta en las arenas encerradas en esa cárcel de cristal.)
“Quién me diera aquel martillito de plata”
y así romper esta ingrata soledad.
Aún así, sigo confiando.
Sin prisas.
Todo llega.
A su tiempo.
Todo llega.
.....ooOoo.....
como la prostituta deseada
que en el lecho deleita su soledad lasciva
al suave y constante roce sinuoso
de su terso cuerpo entre sábanas
de sedas orientales.
Tras la puerta, el tiempo chirría
haciendo entrechocar sus granos de arena.
¡Qué crueldad la suya,
que cautiva las almas en cárceles de cristal!
Y mientras éstas, las almas,
hunden su agonía en ese caer constante,
que es el morir,
afuera, tras el barrote cristalino
que marca la frontera,
la vida se empeña en vivir.
(Hay días en que mi vida se asienta en las arenas encerradas en esa cárcel de cristal.)
“Quién me diera aquel martillito de plata”
y así romper esta ingrata soledad.
Aún así, sigo confiando.
Sin prisas.
Todo llega.
A su tiempo.
Todo llega.
.....ooOoo.....
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