
Me dijo Chronos,
que la distancia
no se mide a palmos;
que a cada paso que él da,
se alejan los úteros
y el llanto
de los recién nacidos.
Chronos me dijo,
que el espejo
en el que nos miramos
no representa
los pasos dados en la vida.
Que son nuestras acciones
testigo y juez
de nuestras idas y venidas.
Me dijo Chronos,
que Caronte viaja incansable
recogiendo aquellas almas
despojadas de su cuerpo,
y que todos,
inexorablemente,
caminamos
por la orilla húmeda y mojada
de la vida.
Me dijo Chronos,
que mirase hacia el horizonte
por si divisara la barca,
por si oyera los rumores
del Hades,
su algarabía o su silencio;
o su lamento.
Que fuera -me dijo-
preparando las monedas.
Mientras tanto,
sigo caminando,
dejando huella en la arena
de esta orilla
que me toca andar.
Sigo disfrutando del deleite
que supone, a cada paso,
refrescar mis pies cansados
bajo las pequeñas olas
que vienen a saludarme;
que vienen a darme
las buenas noches
y, sobre todo,
los buenos días.
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