
Me
hace bien ser yo
y
actuar en conciencia,
a
sabiendas
de
que el ego
se
disfraza de “nosotros”,
y
se esconde
furtivo, cobarde
y vanidoso
entre
la grey.
Me
hace bien
saber
de mí
y
afrontar mis defectos
y
cualidades;
y con discernimiento,
para discernir
de quien venga,
y con discernimiento,
para discernir
de quien venga,
aceptar
las críticas,
y
procurar limar mis asperezas.
Me
hace bien saber
que
tengo los mecanismos suficientes
como
para evitar hacer daño.
Y
reconocer
que
no siempre los utilizo.
Me
hace bien saber,
que
detrás de mí
hay
un yo cobarde
y
a la vez valiente.
Cobarde
para comerme el mundo.
Valiente
para comerme el día a día.
Me
hace bien saber
que
no hay nada del todo aprendido.
Que
siempre hay algo por aprender.
Y
si no se aprende,
y
si uno no cambia es,
o
porque se es tonto del bote,
o
porque no se quiere.
Y si no se quiere es...
Y si no se quiere es...
Saquemos cada uno la conclusión.
Me
hace bien saber,
que
lo único que sé es,
“que
no se nada”.
Porque
toda mi sabiduría es
nada,
vagando en este infinito universo
vagando en este infinito universo
que nos rodea.
¿Verdaderamente
nos hemos dado cuenta
de lo pequeño que somos,
y el ridículo que hacemos
en este inmenso universo,
creyéndonos
los amos de todo?
¿Verdaderamente
nos hemos dado cuenta
de lo pequeño que somos,
y el ridículo que hacemos
en este inmenso universo,
creyéndonos
los amos de todo?
Me
hace bien saber,
que
por encima de dios
hay
un Dios
mayor
que todos los pequeños dioses
que
sirven de bandera.
Me hace bien saber
que el orgullo
me puede matar,
y que puedo prescindir de él,
y que puedo prescindir de él,
pero que la dignidad
es inherente a mi persona
y jamás debo,
ni perderla ni olvidarla.
ni perderla ni olvidarla.
Me
hace bien saber
que
me cansa
esa
continua lucha
contra
el mundo,
contra
el otro.
Saber,
que me fatiga la
gente
en
continuo empeño
porque
los demás cambien,
y
hagan las cosas bien.
Y, ¿qué es hacer las cosas bien?
Me
hace bien saber,
que
a veces,
me
canso y fatigo de mí mismo.
Me
hace bien saber
que
vivo en un tablero de ajedrez,
donde nosotros
mismos,
nos
vamos abriendo camino
entre
baldosas blancas y negras.
Me
hace bien sentirme amado,
pero
es el amar
lo
que me engrandece,
y
aún más,
me
hace sentir bien.
Me
hace bien saber
lo
malo y lo bueno
que
puede salir de mí.
Saber
qué me hace reír,
qué
me hace llorar.
Me
hace bien saber
que
tengo abrazos
de
alma y corazón,
de
amistad y de amor.
Tú
me haces, tanto bien...
Y
me hace bien
saber
lo que me hace bien
y
lo que me hace mal.
Por
eso,
aquí
dejo este poema abierto
al
infinito,
al
bien y al mal,
a
la vida y a la muerte,
a
la luz y a la oscuridad.
A
ti o a mí.
Qué
más da,
si somos
el misma agua
que
nace
del
mismo manantial.
.....ooOoo.....