Es la luz,
que no quiere brillar
a pesar de la muerte
de lo oscuro.
Que se empeña
en ahondar su pena
bajo las sombras alargadas del ocaso.
Es la ciénaga,
que susurra palabras
de espíritus errantes.
Que siembra hedor
donde debiera haber frescura.
Para arruinarnos la vida
no es necesario
asesinar la sonrisa de un niño.
Basta con fingir la nuestra.
Quién tiene el poder,
sino nosotros mismos,
para engañar al mundo.
Pero no todo el mundo
se deja engañar.
para engañar al mundo.
Pero no todo el mundo
se deja engañar.
No se puede pedir amor
y menos exigirlo
si no amamos.
Porque, sin amor,
ni tan siguiera
se puede sonreír.
Porque, sin amor,
ni tan siguiera
se puede sonreír.
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