Hay silencios
que sientan bien,
que nos visten
de paz,
sosiego.
Que nos aúnan con la naturaleza,
con el propio universo
bañado de estrellas.
Hay silencios de arena mojada
el atardecer,
mientras ese sol,
cansado de tanto solear,
nos dice:
nos dice:
«adiós, mañana volveré»
Hay silencios
que se
abrazan
a la
soledad,
como la
soga al ahorcado.
Hay silencios que dan pena.
Silencios hay,
tan sonoros
de nada,
que hasta la propia nada
en abundancia nada.
Hay silencios
que nos ayudan
a pensar,
a encontrarnos
con nosotros mismos.
Qué es el mimo,
sino la
propia palabra
que se disfraza de silencio.
que se disfraza de silencio.
Hay silencios
que nos hacen recapacitar
sobre lo que hemos hecho bien.
Sobre lo que hemos hecho mal.
Silencios hay,
tan tímidamente callados,
que se escapan,
huyen con el amor
de nuestra vida,
por temor a decir
"te amo".
Hay silencios
que ensordecen
y colapsan los sentidos,
con esa vergüenza de hablar
que a todos nos aterra.
Hay silencios
que desordenan
los pensamientos
y enredan
y enredan
y enredan...
de tanto pensar
que enredan.
Y nada arreglamos
enredando a nuestro cerebro.
Y es que,
si pensamos que enredan,
enredan.
Del administrativo,
de ese, ni hablemos.
Hay silencios,
tan llenos de silencio,
que ofenden.
Hay silencios que ceden
y se rompen al dolor.
Hay silencios que castigan.
Hay silencios, que cansan.
Hay silencios que aman.
Hay silencios que gritan.
Pero a mí,
a mí,
no me des silencios.
Yo no te doy nada por supuesto.
Si me amas,
dímelo con tus palabras.
Y si me odias,
esgrime tus palabras.
Sé valiente
y enfréntate a tus miedos.
Por mí, no temas.
.....ooOoo.....