Enterrada quedó
aquella niñez
de mi falsa hombría,
pesada carga
tras todos aquellos años
de mi vida.
Que sepas,
quiero,
que tú,
al igual que yo,
somos dos
y somos uno.
Que el llorar y el reír
no tienen sexo,
si el dolor y el sentir
profundo
llaman con dulzura y delicadeza
a las puertas de nuestro
corazón.
No hay razón alguna
para creer lo que creer no
quiero,
ni para ser quien no soy,
ni para sentir
lo que vosotros queráis
que sienta.
Porque nadie me puede obligar
a ser lo que no soy,
ni a sentir lo que no
siento,
ni a creer
en lo que no me abre
las puertas de mi cielo.
en lo que no me abre
las puertas de mi cielo.
Dejadme nadar
en mis aguas tranquilas
en mis aguas tranquilas
y no en las de nadie.
Tal solo quiero,
seguir viviendo esta vida
seguir viviendo esta vida
respirando los aromas
que invaden
y hacen, cada vez más,
mi alma femenina.
…..ooOoo…..
¡¡¡¡¡¡Chapeau!!!!! desde el fin del mundo, en un dia de muchoooo viento y frío.Nada más cierto, nadie debe obligarnos a ser lo que no queremos ser.....Libresssssss... Abrazozosssssss
ResponderEliminarEste poema está dedicado, más bien, a los intransigentes.
EliminarMuchos Besicos. Espero que no te hayas convertido en una cometa. ;)
Gracias por tus visitas. Besibrazos.