Recuerdo aquel principio de vacaciones de verano como algo especial. Tenía 8 años camino de 9. Los cumpliría en Julio.
El timbre del colegio sonó a música celestial, o por lo menos a mí me pareció así. Los pasillos parecían ríos a punto de desbordarse y el patio un gran estuario de felicidad. ¡Las clases habían terminado, por fín, hasta Septiembre!
No esperé a Pedro que, como siempre, íbamos juntos tanto a la ida al cole, como de vuelta a casa. El vivía una manzana siguiente a la mía.
Yo iba por la acera dándole patadas a una cajetilla vacía de tabaco marca Rex, cuando de repente, al mirar por un segundo y distraídamente hacia la derecha, apenas pude contener mi cara de asombro y fascinación. Jamás había visto una cosa igual. Allí, junto al mostrador de la confitería estaba ella. Reculé un poco lo andado, y a través de la puerta de cristales pude observarla.
No, nunca antes la había visto pero fue como un flechazo. Lo exótico de su pelo negro, su tez negra, toda su piel brillante y negra, me dejó ensimismado. ¡Qué trenzas! Eran las trenzas más bonitas y maravillosas que jamás mis ojos habían visto y ahora admirado. No podía dar crédito a mis ojos, y una sensación de vacío empezó a apoderarse de mí. Tenía que acercarme a ella; no era posible que estuviéramos tan separados el uno de la otra. Repito: “nunca había visto algo así en mi vida”
Ya en la línea que me conduciría a la puerta de entrada, comencé a andar, despacio primero y algo más rápido unos pasos después. Así el picaporte de la puerta y entre. Allí estaba ella, junto al mostrado.
El corazón me saltaba en el pecho de la emoción. El golpe de la puerta de cristales -“¡clac!”- contra el marco, a la vez que el confitero, propietario de la tienda, me preguntaba,
--¿Qué quieres niño?
Me sobresaltó. No dije nada. Ella, aquella niña de ojos negros, tez y piel brillante y negra, con trenzas maravillosas, me estaba mirando...¡¿Cómo podía responder?! Y el hombre repitió subiendo algo el tono:
--Niño, ¿qué quieres?
Lo miré y señalé a quien era la causa de mi perdición, la causante de despertar mis más íntimos sentimientos irracionales. No me salían las palabras.
--¡Ah!... jajaja... No, no puede ser, es de exposición, no se vende.
Aquellas palabras helaron mi corazón. Mis ilusiones por los suelos, deshechas, fluían hacia fuera de la confitería rumbo a la alcantarilla.
–Además, -prosiguió el hombre- no creo que tuvieras dinero suficiente para comprarla.
No sé qué cara tendría yo en esos momentos, solo sé que el hombre me regaló un pequeño paraguas de caramelo de azúcar tostada.
–Anda, tira para tu casa que es tarde.
Y allí se quedó ella, en la mesa expositora; aquella preciosidad de brillante tez y piel negra con sus maravillosas trenzas, y aproximadamente de unos 50 cm de altura, mientras yo, chupando el pequeño paraguas de caramelo de azúcar tostada, iba camino de casa. "Bueno, -pensé- así, cada vez que pase por delante de la confitería la podré ver".
No sé cuánto habría durado si la hubiera podido comprar. ¡Me encanta el chocolate!
No esperé a Pedro que, como siempre, íbamos juntos tanto a la ida al cole, como de vuelta a casa. El vivía una manzana siguiente a la mía.
Yo iba por la acera dándole patadas a una cajetilla vacía de tabaco marca Rex, cuando de repente, al mirar por un segundo y distraídamente hacia la derecha, apenas pude contener mi cara de asombro y fascinación. Jamás había visto una cosa igual. Allí, junto al mostrador de la confitería estaba ella. Reculé un poco lo andado, y a través de la puerta de cristales pude observarla.
No, nunca antes la había visto pero fue como un flechazo. Lo exótico de su pelo negro, su tez negra, toda su piel brillante y negra, me dejó ensimismado. ¡Qué trenzas! Eran las trenzas más bonitas y maravillosas que jamás mis ojos habían visto y ahora admirado. No podía dar crédito a mis ojos, y una sensación de vacío empezó a apoderarse de mí. Tenía que acercarme a ella; no era posible que estuviéramos tan separados el uno de la otra. Repito: “nunca había visto algo así en mi vida”
Ya en la línea que me conduciría a la puerta de entrada, comencé a andar, despacio primero y algo más rápido unos pasos después. Así el picaporte de la puerta y entre. Allí estaba ella, junto al mostrado.
El corazón me saltaba en el pecho de la emoción. El golpe de la puerta de cristales -“¡clac!”- contra el marco, a la vez que el confitero, propietario de la tienda, me preguntaba,
--¿Qué quieres niño?
Me sobresaltó. No dije nada. Ella, aquella niña de ojos negros, tez y piel brillante y negra, con trenzas maravillosas, me estaba mirando...¡¿Cómo podía responder?! Y el hombre repitió subiendo algo el tono:
--Niño, ¿qué quieres?
Lo miré y señalé a quien era la causa de mi perdición, la causante de despertar mis más íntimos sentimientos irracionales. No me salían las palabras.
--¡Ah!... jajaja... No, no puede ser, es de exposición, no se vende.
Aquellas palabras helaron mi corazón. Mis ilusiones por los suelos, deshechas, fluían hacia fuera de la confitería rumbo a la alcantarilla.
–Además, -prosiguió el hombre- no creo que tuvieras dinero suficiente para comprarla.
No sé qué cara tendría yo en esos momentos, solo sé que el hombre me regaló un pequeño paraguas de caramelo de azúcar tostada.
–Anda, tira para tu casa que es tarde.
Y allí se quedó ella, en la mesa expositora; aquella preciosidad de brillante tez y piel negra con sus maravillosas trenzas, y aproximadamente de unos 50 cm de altura, mientras yo, chupando el pequeño paraguas de caramelo de azúcar tostada, iba camino de casa. "Bueno, -pensé- así, cada vez que pase por delante de la confitería la podré ver".
No sé cuánto habría durado si la hubiera podido comprar. ¡Me encanta el chocolate!
Angelico!! jajajajaja
ResponderEliminarY qué pasa? Hasta con 8 o 9 años puede uno enamorarse, no? Sobretó de una figura de chocolate, vaya.
jajajaja
Besos-Besicos, Guillermo!!
Que romántico, GUILLE, enamorándote del choco y sí, te la huvieras comido en un segundo, y luego que? la terrible soledad antropofágica...
ResponderEliminarBesos
jajajajajajaaaa..... que tendrá el chocolate que tanto nos atrae y nos gusta???
ResponderEliminarBesosss
Sabes una cosa Guillermo ,yo que soy un goloso redomado no tuve la oportunidad pero seguramente tambien me hubiera enamorado en una confiteria .Lo malo es que al primer beso me hubiera comido media novia...¿o entera?
ResponderEliminarUn abrazo
Seguro que si te la "venden", a pesar de tu enamoramiento, no hubieses resistido la tentación, y te la habrías comido a "mordiscos". Un beso
ResponderEliminarLourdicas... jeje...Sí, u comersela... no, a besos,no... a bocaos"... :))
ResponderEliminarBesicos.
Myr... Esigual-dalomismo... "Que al muerto le quiten lo bailao"... jeje
Besicos.
Iam... jeje... pues cacao... qué va a tener... :)). .. Bueno... y alguna cosica más. Dicen que es el sustitutivo del sexo... No së, no sé... Mucho chocolate habría que comer... :))
Besicos.
JuanA.... Para medios bocaos, mejor bocaos enteros... No te parece???
Un Abrazo.
Isabel... Que apareciste despues de comentar...
ResponderEliminarSí, es cierto... todica entera... hasta las pestañas y los lazos de las coletas... :))
Besicos.
¡Pobrecito el niñito Guille! Se me ha quedado frustrado de por vida :)
ResponderEliminarY yo aquí como una tonta pensando que moría por una mulata, jajajajajaja
¡Muy bueeeeenoooooo!
Besazos
Liliana... Mulata??? ... No, negrita como el tizón... que era de cocholate al 90%... :))
ResponderEliminarBesicos.
Muy cierto lo que dices sobre Haiti. Durante un buen tiempo ha sido botin de USA y Francia, ademas de la oligarquia local, que han terminado por desbastar al pobre pais.
ResponderEliminarGolpeado ahora por un sismo terrible, termina siendo totalmente desangrado. Y como tu dices: que lagrimas nos quedan ahora?
Un fuerte abrazo.
Pobre! si es que el chocolate es mucha tentación, verdad?
ResponderEliminarBesicos
¡Ooohhhh!, además de forofa del chocolate, lo soy de las historias dulces, tiernas y con finales complicados. La tuya reune todos los ingredientes. Me ha gustado.
ResponderEliminar¡Lástima de trenzas!.
Bicos
Ay Guille, !que historia tan tierna, y tan dulce!... ¿así que enamoraito perdio de una morenaza de tremendas trenzas de chocolate? ja,ja,ja, desde luego que si el confitero te la da, no sé cuanto hubiera durado tu enamoramiento, me temo que hubieras sucumbido a la tentación y te hubieras puesto de chocolate hasta la bola, ya sabes.
ResponderEliminarPrecioso el relato.
Un besote, por supuesto que de los gordos
Ayyyy el chocolate es mi perdición.... los bombones... :) Casi esperaba oír una romántica y dulce historia de amor... y en parte así ha sido... y como el chocolate el amor algo amargo también es... Un beso grande, grande... y dulce... ;)
ResponderEliminarSalvador... Lo mires por donde lo mires, es una trajedia... Un horror. Y como le digo a Belén (Belén in Red)... ahora debería la oligarquía del pais contribuir, junto a la ayuda internacional, con todoa el dinero que le ha robado al pueblo.
ResponderEliminarAbrazos.
Belén... sustitutivo sexual... Ya ves... :))
Besicos.
Fonsilleda... jeje... Bueno, parece ser que las trenzas, junto con toda la "niña" chocolateada, se quedaron en la confitería... :))
Besicos.
apm... Ya sabía el confitero que mejor un paragüicas de azucar tostada... :))
Besicos.
Elbi... jeje... bueno, pero mientras le damos "bocaicos" al chocolate, no pensamos en su amargor... No te parece... :))
Besicos.
Cumpa, mira las cosas que haces para que te regalen un paraguas de caramelo. :)
ResponderEliminarTe dejo un gran abrazo y el deseo de un gran año.
Carlos... Y el síndrome posvacacional... cómo lo llevas??? jeje
ResponderEliminarSí, te gustó el plan... pues tuve questar todo ese curso planeaándolo, y al final dió su fruto... digo paraguas... jajajaja
Un Abrazo.
Vi un mini corto que me lleno y me alcanzo para seguir viendolo Guille!!! es hermoso lo que acabé de leer!!! un abrazo y mis felicitaciones!
ResponderEliminarLisandro... Gracias. La verdad es que sí, podría valer para un corto... mini... :))
ResponderEliminarUn Abrazo
Buenas noches Guillermo, maravilloso lo que termino de leer, ha logrado ud. atraparme con la historia hasta ultimo momento, una serie de imágenes increibles me invadieron y es que ya imaginaba mi nariz apoyada en la vidriera observandolo...
ResponderEliminarUn placer leerlo. Precioso y cálido espacio tiene ud.
TopacioB... Buenas noches. Gracias... Sí, lo observaste todo?... y entraste a la confitería???... Ah, te llevaste a la niña de chocolate???... Vaya!
ResponderEliminar:))
Besicos.
¡¡vaya con el niño guiller, que antojadizo!!
ResponderEliminartambién te diría yo así: "anda, tira para casa, tira para casa"
biquiños,