A veces, solo a veces, decimos que los muertos claman
justicia, cuando verdaderamente es nuestra propia justicia personal la que
clama venganza.
Poema de la Jacinta a su Antonio, al terminar la
guerra civil española.
No quisiera, a mi memoria,
atraer los viejos fantasmas de la guerra.
Que la guerra,
¡su guerra haga y se entierre con ella!
Yo quisiera, en mi memoria,
tu historia.
Tu historia buena,
la que a mí me rebosa
y de alegría me llena.
Tu historia, que es mi historia,
y no “aquella historia de guerra”.
No,
no quiero esa historia solapada
que divide, mata y asesina
las almas.
Quiero mi historia,
que es tu historia.
Nuestra historia de amor
y besos tiernos,
que es la única
que a ti y a mí nos ata.
Te quiero a ti,
¡mi amado!
Sin insignias.
Sin banderas.
Quiero tus mimos, y tus abrazos.
No quiero llantos.
Quiero tus juegos y tus risas,
mis mejillas
acariciadas por tus labios;
quiero el calor de tus manos
sobre mis pechos,
y quiero,
el dulce mirar de tus ojos
a mis ojos cansados.
No quiero el polvo de tus huesos
ni el vacío desorbitado de tu mirada.
Lo que quiero es tu silencio,
tu cuerpo callado.
No grites
a los oídos de los mortales
tu insomnio eterno.
No grites.
No grites.
Que yo susurraré,
en tu oquedad obligada,
arrullos de paloma enamorada.
No grites.
No llores
a los ojos de las madres,
ni des lanzas a los hijos.
No llores.
No llores.
Que yo, en silencio,
por tí lloraré a tus oídos
el gran amor que te he tenido,
y aún te tengo,
y hasta después de esta muerte
te seguiré teniendo.
Ya te lo he dicho:
Solo a ti te quiero
con la misma pasión
con la que antaño
ardían nuestros jóvenes besos.
¿Podría amarte
de otra forma?
¿Es que hay otra manera
de poderte amar tanto?
¿Es que hay otra manera
de poderte amar tanto?
Quiero,
tu memoria
en mi memoria,
en lo íntimo,
en la soledad de nuestra habitación,
en lo más hondo de mi corazón,
y para mí sola,
para nadie más.
Sí, sí,
que ya sé que lo sabes:
antes, ahora,
y aún después de esta muerte,
te quiero y te querré para siempre.
Que no quiero compartir con nadie
mi derecho a tenerte.
Y si ahora no estás,
no quiere decir que no estés conmigo,
no.
Claro que estás.
Pero no me pidas,
amor mío,
que grite
o que llore.
No quieras querer
que a tu manera te quiera.
No.
No alces
de la oscura fosa
y siembres sobre la tierra,
los amargos recuerdos de la guerra.
¿Hasta cuándo es necesario?
No me llames de esa forma
ni me llores, de esa forma.
Ni me grites.
Que ya sabes que te quiero,
que ya sabes que te amo.
Sin insignias.
Sin banderas:
En silencio.
…ooOoo…
Y es que, a la Jacinta, le fusilaron a su Antonio en
una cuneta de nosédónde, una fría mañana de abril. A las 05:30h fueron a su
casa y, arrastrándolo como si de un perro se tratara, lo sacaron de la cama, de
su casa, del calor de los brazos de su Jacinta, y se lo llevaron, sí, a
nosédónde, a aquella cuneta que le sirvió de cuna, donde tanto lo acunaron, que se durmió para siempre. Dicen que fue una nana de muerte con estribillos de
disparos y sólos de gracia en la nuca.
Jacinta no entiende de dioses ni de política ni de bandos. Ella solo
dice que "maldita guerra que se llevó a su Antonio". Ella, la Jacinta, consuela a su amiga la Bernarda, que no vive a causa de la amargura que le corroe las entrañas, al pensar en su Ramón, que también se lo llevaron arrastrao, como a un perro junto al Antonio, aquella mismica noche de espanto.
Jacinta, con su sonrisa, sus chascarrillos e historietas, trata de hacer sonreir a la
Bernarda, pero en su corazón no ha habido día que no llorara a su Antonio; sí,
pero en silencio.
"Dejád a los muertos tranquilos, no sea que
salgan de sus tumbas y se arme la marimorena", suele decir Jacinta, en su poco entender, cuando los jóvenes
hablan de los muertos de la guerra, y se enredan los unos de unas ideas con los
otros de otras ideas. "¿No veis –les dice ella– que llamando a los muertos, ellos vienen a vivir con los vivos y no nos
dejan vivir en paz?..." Y los mozos del pueblo se burlan de ella. La
llaman: "la loca feliz". Y yo digo, que "¿qué sabrán ellos de locura y de felicidad?"
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Bueno, pues este poema hace algunos años que lo cree,
y ni siquiera recuerdo si lo he publicado en el blog. Lo he buscado y no lo he
encontrado. Y es que, yo tb tengo derecho, de una u otra forma, a reclamar mi
"memoria histórica" Y sí, con algún pequeñísimo retoque y añadida la
hª de Jacinta, lo he puesto en el apartado de "poemas de amor",
porque pienso que, quien no lo considere de amor...
Si que es un precioso poema de amor, de un amor callado y bello. ¿Para qué despertar a los muertos? Mejor seguir amándolos en silencio.
ResponderEliminarAbrazos amigo!!
Yashirita, Besicos y Abrazo axuxao.
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