Apenas una pequeña brisa entraba por la ventana jugueteando con los visillos de encaje blanco, y un sol abrasador machacaba, uno a uno, los frágiles cuerpos que apenas si podían deambular por las calles.
Juan, como de costumbre, solía ser bastante puntual, y entre las tres y tres y diez de la tarde, llegaba diariamente a casa, pero hoy, precisamente hoy, -se decía ella- eran las tres y media y aún no había llegado. Una impaciencia en desuso comenzó a correr por su cuerpo, pues no era habitual esa tardanza. En otras circunstancias no habría pasado nada fuera de lo común: él llegaría, abriría la puerta, colgaría la chaqueta en el perchero y ella saldría a recibirlo cariñosamente. Para eso, era el hombre de su vida. Si no hubiera sido por él, quién sabe qué vida le hubiera esperado.
Juan, como de costumbre, solía ser bastante puntual, y entre las tres y tres y diez de la tarde, llegaba diariamente a casa, pero hoy, precisamente hoy, -se decía ella- eran las tres y media y aún no había llegado. Una impaciencia en desuso comenzó a correr por su cuerpo, pues no era habitual esa tardanza. En otras circunstancias no habría pasado nada fuera de lo común: él llegaría, abriría la puerta, colgaría la chaqueta en el perchero y ella saldría a recibirlo cariñosamente. Para eso, era el hombre de su vida. Si no hubiera sido por él, quién sabe qué vida le hubiera esperado.
Las cuatro y cuarto y sin llegar.
La necesidad imperiosa de oír el sonido del ascensor, seguido del tintineo de las llaves en la cerradura, se estaba convirtiendo en un agobio exasperante. Las idas y venidas al balcón por ver si venía, se estaban transformando en pequeños caminos hacia el cadalso; caminos de desesperanza, de esperanzas rotas por ver que no venía.
De repente el cielo abrió sus puertas de gloria y una música celestial comenzó a sonar. El ascensor y el tintineo de llaves en la cerradura eran arpas y cantos de ángeles.
--¡Hola Ruska!... Vaya, qué alegría te da verme hoy… ¡Pero qué veo! ¡Dios mío, lo siento, no me acordaba!... Esta mañana, con las prisas, no hemos salido. ¡No, no te hagas… aguanta las gotas que ya bajamos!
Y Juan, rápidamente sacó a Ruska a la calle, a los parterres del paseo frente a su casa.
Y es que ese día, Juan, tuvo una comida de trabajo que le hizo regresar tarde a casa. Sí, precisamente ese día que no habían dado el paseo rutinario de las mañanas. Bendita Ruska, qué paciencia. ¿No es p´morderle, al Juan en los dos “cachetes”?
jajajaj
ResponderEliminarDios, qué estrés!
Aunque, bueno, por esa manera de esperar y de desesperarse,
ya tenía que haberme imaginado de que se trataba de un perrillo o algo así...
jajajaj
Me ha encantado, vaya!
Besos-Besicos, Guillermo.
Joooo!! me has tenido en vilo jajajaja pero es una buena lección para el que tenga animales, sí!!
ResponderEliminarMuy buen relatado, engancha!
Besosss (sin puñetazo)
Insospechado final, pero final feliz a fin de cuentas...
ResponderEliminarUn abrazo.
Fantástico el relato,maldita la espera, ja ja ja y bendita Ruska.
ResponderEliminarAbrazos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLourdes... Un perrillo, no, una perrilla. Y el nombre se lo pedí a Aldabra, la del blog CongoyYo.
ResponderEliminarSupongo que Ruska le perdonaría los mordiscos en las cachas a Juan... jeje.
Besicos.
Silvia... Sí, y es que a veces, lo esencial en nuestras vidas, ese cariño que, por tenerlo todos los días, a veces, solo a veces... tal vez más de las que el otro desearía, pasamos de él... digo, de ese cariño... No, nada...simplemente porque lo cotidianizamos...No lo valoramos... Pero, claro... Ruska es solo un animalico, una perrica.
Bueno, niña gitana... jeje...Besicos, con besico.
LoyLo... Sí, todos contentos y Ruska más... jeje.
Besibrazos.
Sauce... Bendita, sí, questuvo aguantando tanto, en vez de subirse a la colcha y hacerse encima della.
Qué buena perrica. :)
Un abrazo.
hasta el final pensé lo peor!!
ResponderEliminarjajajajja
me gustó tu relato en suspenso hasta el final..
besosssssss
ay 0pobre Ruska, en la espera que desespera..... seguro que si, ques pa morderle al Juan en los dos cachetes y como!
ResponderEliminarBesos desde mis vacaciones... que ya sabes que las estoy pasando geniales!
Mi perro ya tiene 15 años... mi perro fijo que se hace pipi vamos...
ResponderEliminarBesicos
Jajajaja, hasta el final en ascuas.
ResponderEliminarun besote
Una excelente historia de suspenso, me me tuvo en vilo hasta el final! JAJAJA
ResponderEliminarBesitos de chocolates:)
Guille que tengas un hermoso día:)
Bueno, como veo que todo el mundo aplaude voy a poner yo el trocito de crítica ;P
ResponderEliminarme ha parecido una idea muy buena, y es cierto que no te imaginas el final hasta que llegas. Pero la aclaración al remate se me hace un poco larga de más. Es como cuando cuentas un chiste y luego lo explicas de mil maneras.. debería ser más breve.
es mi opinión, claro! Genial la historia. Un saludo anónimo de alguien que pasó por aquí por casualidad ;)
Adri... jeje... pero para Ruska, el final fue lo mejor :)
ResponderEliminarBesicos.
Myr... Morderle, sí, pero supongo que no le mordería... Son nuestros mejores amigos, no?... eso dicen... jeje.
Malegro que estés disfrutando tus vacaciones como una ballena juguetona... jajajajaja.
Besicos.
Belén... jajajaja... es que los años no perdonan.
Besicos.
MÁngeles... Imagínate tú a Ruska, si estaría o no en ascuas... jeje.
Besicos.
Pato... Si, en vilo a tí, y desesperaita a Ruska... jeje.
Igualmente te deseo este día. :)
Besicos.
Anónimo... jajaja... bueno, en vez de mil, dejémoslo en una sola manera... te hace?
ResponderEliminarGracias por tu visita.
No te quejarás, eh?... te dedico para tí sol@ un comentario... Anda!
Visítame cuando quieras y no te olvides de tus "trocitos de "críticas"... Vale?
Un besibrazo.
He creido ver a una mujer muerta de amor por la tardanza del hombre de su vida según dices...y...sorpresa, era el hombre de su vida pero ella no era mujer, jajaja, impaciente ante la ausencia y el olvido, como una mujer.Muy bonito Guillermo, en el fondo a veces los sentimientos se comparten aunk sean animales, me ha gustado mucho, besitos.
ResponderEliminar¡Aaaaaayy Guille! Hasta que no terminé de leer, la angustia no dejaba de apretarme el pecho por el desenlace...
ResponderEliminarJajajajja ¡Estupendo!
Muchos besicos.
Bravísimoooo, me has tenido comiéndome las uñas hasta el final. Brillante. Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarLuna... Jeje... la impaciencia no era precisamente por amor, eh?
ResponderEliminarBesicos.
Liliana... Bueno, pero ya pasó... y con final feliz.
Pasó la angustia???... jeje :))
Besicos.
Alma... Apareciste cuando publicaba este anterior comentario.
ResponderEliminarBueno, pues ahora te toca volver a dejarte las uñas largas-bonitas-presssiosonas, no??? :))
Besicos.
Y es q la espera despera, me enganchó la historia de principio a fin,y no esperaba el final.
ResponderEliminarLindo rincón con maravillosas letras, el q tienes.
Besos
Caprice... Buenvenida. Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSabes???... ese "hombre al que amas", debe estar bastante colaito por tí, a saber, por el poema.
Es que te visité.
Besicos.
Cumpa, el que espera desespera.
ResponderEliminarNada como la paciencia de los perros, (sobre todo de los que saben la hora) :)
Un abrazo.
Carlos... Amigo... "Pasensisia", sí, y un cachete detrás de la orejas a Juan. :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Jo, que tio, me has tenido en ascuas hasta el final. Muy bueno el relato.
ResponderEliminarUn beso
Isabel... En ascuas???, Bueno, todavía hace calor como para las ascuas, no??? Te parece mejor en cubitos de hielo???... Vaaale, en ascuas... ;))
ResponderEliminarBesicos.