Poco a poco, notando el húmedo viento marítimo, me iba acercando a aquel sombrío lugar moteado por alguna que otra ventana encendida. Sin darme cuenta, me encontré caminando por sus empedradas y estrechas calles solitarias.
Los diminutos destellos de los candiles en las puertas de las casas, sacaban lustre a aquellos adoquines negros y resbaladizos. Un brillo fantasmagórico envolvía a aquella larga, angosta y empinada calle. Más allá del fondo de ésta, mecido por el viento, se oía un “ñic, ñic”, seguramente producido por unas cansadas cadenas hartas de soportar a un desvencijado y viejo cartel. Éstas, al oído del caminante, producían el mismo reclamo que puede ofrecer el mejor luminoso del mejor espectáculo de Brodway. Poco a poco, entre el ulular del viento y alguna que otra hojarasca que golpeaba mi cara, me acercaba al final de la callejuela... al final de la aldea.
Desde donde ahora me encontraba, descolgada del resto de las casas, apartada y junto al acantilado, se podía divisar una vieja cabaña con un candil en la puerta. El ”ñic-ñic” venía de aquel lugar. Su sonido me taladraba los tímpanos. Por un momento me sobrecogí. Una sensación de intranquilidad invadió mi cuerpo. Una mano invisible me empujaba hacia delante. Mi mente ordenó a mis piernas la marcha atrás, y todo mi cuerpo dio media vuelta. Comencé a andar. De repente, cuando llevaba desandado unos metros, el viento calmó repentinamente creándose un silencio sepulcral. Una suave brisa marina comenzó a invadir aquella pequeña aldea, amenazando convertirse en pesada y espesa, por el efecto de una densa bruma que se acercaba traicionera, cerniéndose a cada rincón de cada calle. Una música extraña comenzó a envolver hasta el aire que respiraba. en ese instante, todo el momento se convirtió en sobrecogedor y fantástico. Algo mágico se había apoderado de mí. Comencé a andar en dirección a aquella música que provenía de aquella vieja casa, con aquel viejo cartel mecido por el viento. El “ñic-ñic” que me atormentaba había desaparecido.
Aquel lugar parecía una cantina... un barzucho, una tasca de mala muerte. La música me atraía. Conforme me acercaba al lugar, ese sonido se hacía cada vez más definido, hasta que lo identifiqué totalmente. Sí, era el sonido de una gaita.
Alumbrado por un pequeño pábilo, sentado a la puerta en un pequeño taburete, un pequeño anciano tocaba, como quien no quiere la cosa, una pieza musical que llegaba a mis adentros como algo melancólico y dulce, pero ronco y amargo a la vez. Sus dedos, huesudos y largos, tenían una agilidad pasmosa. Sus ojos, clavados en el infinito, desprendían el perfume de lo extraviado en el horizonte. Casi era noche cerrada. Mágicamente iba cincelando, nota a nota, un bello poema musical. Pregunté:
--Buenas noches, abuelo, ¿qué es lo que está usted tocando? ...
Nada. Como si el viento hubiera susurrado una canción otoñal. El anciano seguía absorto en su música. Insistí de nuevo:
--Abuelo...
Como un resorte a cámara lenta, levantó su mirada y fijó sus ojos en mis ojos por unos segundos. Me miró, como solo sabe hacerlo la mirada de la experiencia y la sabiduría. Penetró en mí hasta lo más hondo de mi cuerpo, hasta el mismo tuétano de mis huesos.
--Buenas tardes o... ¿debería decir buenas noches? —respondió el anciano— En primer lugar, no debió usted interrumpirme. En segundo lugar, no estoy tocando nada, me dejo llevar, simplemente... y no soy su abuelo.
Por un momento me dejó algo cortado. Yo no comprendía... bueno sí, era de cajón que yo no era su nieto, pero yo no comprendía qué parte de “qué es lo que está usted tocando” no entendía el anciano; por lo demás, automáticamente pensé: “Si en sus manos tiene una gaita y a la gaita le sopla, y de ella sale un sonido... me imagino que estará tocando algo. Vamos, digo yo” Si, ya, una deducción algo tonta o infantil, pero fue lo primero que se me ocurrió en ese momento. No caí en lo principal: lo había interrumpido.
(continúa el Miércoles)
Hasta el miércoles hay que esperar???????????
ResponderEliminarPero Guillermo, te das cuenta de lo que generás?? Escribí algo de bajo nivel y no nos dejarás con esta ansiedad.. Pero escribiendo como la hecés, es una falta de respeto que nos dejes en espera... J aja.
Muy bueno, Cariños!!!
Sol... Bueno, hay muchos blogs interesantes para visitar mientras tanto, no???... jeje
ResponderEliminarBesicos.
muy buen comienzo para esta historia!!
ResponderEliminarhabrá que matar la ansiedad hasta la próxima entrada,tal vez.....comiendo chocolates???
jajajajaj
graciasssssssssssssssss
besos
Me gusta este comienzo... Y ahora que?
ResponderEliminarBesos de chocolate!!
Podria ser cualquier pueblo o aldea de mi tierra, demás conozco algún abuelo (que no son mi abuelo) que también se molestaria si le interrumpen.
ResponderEliminarSuerte con la reparación.
Besinos.
seguiremos estando aqui para la segunda parte
ResponderEliminarsalud
Adri... jeje... cuidadico con el chocolate que crea adicción... :)
ResponderEliminarBesicos.
Dedicatorias... Pues ahora... bueno, ya digo por ahí arriba que hay otros blogs... jeje... Pues a pesar de que mañana no tengo ordenata, lo tengo programado... Yuhuuuu!!!... jeje ;)
Besicos de chuches.
Fabia... Como que cada vez que te veo-leo por aquí, pues que me da alegría por lo que te ha llevado de intentos... :))
Yo tb. tengo problemas con algunos blogs, entonces, con los que tardan un "verano y medio"... jeje... pues pico a otro blog (como se habren por pestañas independientes) y así, voy leyendo otros blogs hasta que se abre el "pesaico"
:))
Besicos.
Diego... Bien recibido eres y serás. Gracias.
Salú, que no se pué dormir... esto...digo... Salud, camarada... :))
Un abrazo.
asi que seguimos liados con el ordenata... ¿por qué no le pides uno nuevo a los Reyes Magos?
ResponderEliminarla historia creo que ya la había leído ¿verdad?
biquiños,
Convengamos Guillermo que las respuestas que te dio fueron correctas y como yo no quiero "interrumpirte a tí", me callo para que puedas terminar el relato.
ResponderEliminarÑic Ñic. :)
Un abrazo.
Guille, en primer lugar, feliz de leerte, corazón, aunque te vuelvas a quedar sin ordenata, como tu dices, mañana... en segundo lugar el haiku de la entrada anterior me ha encantado... mu bonito eso de siempre presente el brillo de tus ojos que es primavera !que fashion por dios!, y, en cuanto al relato de tu gaitero interrumpido y que tocaba como los ángeles pero nada especialmente, solo que se dejaba llevar, pues, intrigante, muy pero que muy intrigante... así que por fa, que te arreglen el ordenador rapidito que podamos leer esa segunda parte
ResponderEliminarUn besote, como siempre, de los gordísimos
Aldi... Puede que sí... tiene sus años.
ResponderEliminar:)
Besicos.
Carlos... Mañana llega el 2º envío.
:)
Un abrazo
apm... Se podrá, se podrá... que lo tengo programado para que mañana, como es costumbre... 21:00h. hora local... jeje... una menos en Canarias, aparecerá la 2ª parte y final de la "telenovela"... jajajaja
Besicos.
mm, volveré..
ResponderEliminarAy Guille, eso de darnos el dulce y después sacárnoslo, es terrible...
ResponderEliminarMe muero de la intriga, el misterio me puede, jajajaja
Pinta muy bien la historia, has conseguido dejarme en ascuas :)
Besos y cariños
Según describías la carretera de la costa, iba imaginando la carretera de la Cortina, pero he pensado que no podía ser, después de viene Escombreras y allí no pasan estas cosas. :-)
ResponderEliminarGuille, te toca pedir un pc de repuesto a los reyes, o a papá noel, que viene antes.
Hola, Guillermo:
ResponderEliminarMuy interesante, paso a leer la segunda parte.
Saludos.
¡Qué importante es saber escuchar!
ResponderEliminarBesos
Jordin... buenvenido. Pasa cuando quieras.
ResponderEliminarun abrazo.
Liliana... jeje... bueno ya ha llegado el miércoles... eh?
Besicos.
Antonia... Pero si el día 12 cumple 1 añico... jeje... Este tiene que durar hasta mis nietos... :))
Besicos.
RafelL... Pues nos vemos-leemos entonces.
Un abrazo
Myr... Sí, porque no es lo mismo oir que escuchar. :))
Besicos.
...Y ahora subo al post segundo de la historia.
Besibrazos.