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miércoles, 11 de enero de 2012
Sabor agridulce
Su voz fue suave y silenciosa: "Papá"
Él estaba de espaldas sirviéndose un plato de comida de la que estaba en la olla a presión. Se giro y, sin aún decir nada, ella le hizo una señal cómplice con el dedo índice, indicándole que se acercara a ella.
Él se acercó un poco extrañado y expectante. Cuando estuvo junto a ella, pensó que le iba a decir algo al oído, pero ella le echo el brazo por los hombros y le beso en la mejilla izquierda.
Sorprendido por aquel Beso, él la acercó a su pecho y la abrazo con suavidad y le dijo: "Gracias, Cariño" (hacía años que no la abrazaba así, desde pequeña, con ese cariño que solo un padre puede entender)
Cuando la hija salió de la cocina, aquel padre sintió que sus ojos comenzaban a no ver claramente, y que unas lágrimas se le escapaban resbalando por ambas mejillas y que alguna que otra caía y se mezclaba con la comida que estaba ya en el plato.
Aquel hervido de judías verdes con patatas y pechugas de pollo, todo aderezado con unas pocas lágrimas, le supieron a cielo y a infierno; al sabor agridulce de un "Amor" que quería compensar un desamor.
Tuvo que coger otra servilleta de papel porque había usado la primera para secarse las lágrimas y sonarse la nariz.
Terminó de comer y apoyada su barbilla en las dos manos, observó aquella botella de Rioja durante un buen rato. Pétreo y ensimismado, ciertamente miraba pero no observaba nada. Como con un clic, reaccionó, comió una mandarina y se sirvió medio chato de vino. Recogió lo que quedaba de la mesa, puso el lavavajillas y se sirvió un té calentado al microondas. Mientras se enfriaba, fue al cuarto del ordenador y comenzó a escribir este relato.
Fin
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Qué bonito, Guillermo!
ResponderEliminarUn beso así y un abrazo así... ¡Lo mejor del mundo! ¿Que no?
Besos-besicos para ti! :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarYo con esto me emociono...
EliminarEs que el amor de los hijos es algo que toca en lo más profundo del ser.
Un beso.
Soy Sakkarah, me ha salido el del blog del foro libre.
esos besos valen su peso en oro, la verdad... pero no te olvides, Guiller, lo que debes de intentar es curar ese desamor... porque los hijos vuelan llegado un momento y nos quedamos solos.
ResponderEliminarbiquiños y mucho ánimo.
Nuestra vida, querido Guille se compone de momentos...ciertamente que no todos son buenos y te marcan con esa tristeza que solo los que nos conocen pueden llegar a ver detrás de nuestras risas...pero hay otros tan simples y cortos, que encierran una carga emocional tan grande que te duran toda la vida...
ResponderEliminarQue importan entonces los malos rollitos? que importa si lo que hay en el plato son solo judías...ese momento dulce convierte una vertiginosa caída en un globo de muchisimos colores..y te eleva..te sublima..te devuelve el valor que siempre ha tenido la vida y te llena de eso..de momentos..
La felicidad de esos momentos viene encerrada en un hola de un hijo, en el saludo de un amigo, en el cariño de quien te conoce y comparte sus días aunque sea por unos pequeños pero grandes momentos...besitos de alas de pájaros...pequeños pero llegaran donde deben estar
Lourdes
ResponderEliminarSakk
Aldabra
Mirella
Gracias sinceras por vuestros comentarios. Sois una ayuda.
Besibrazos
es que las lágrimas de un familiar saben más agrias que otra cosa, ¿verdad?
Eliminarbesicos
Un relato triste, tierno que me llegó hondo.
ResponderEliminarUna hija que da un beso que sabe gloria.
Un padre que sabe que tiene que vivir un duelo, pero al que se le abren otras opciones.
Recuerda: cuando una puerta se cierra, se abre una ventana. Y hasta muchas ventanas, te diría.
Un fuerte abrazo, amigo.
Belén
ResponderEliminarMyriam
Gracias por vuestro tiempo y vuestros comentarios. La familia duele de todas todas, y las opciones dependen del personal que debe abrirlas, no?
Besibrazos
Se quieren tanto a los hijos que quisiéramos lo mejor para ellos. A veces no se lo podemos ofrecer y mes hacemos sufrir con nuestras equivocaciones, pero cuando ellos nos aceptan y nos dan un abrazo, vemos el cielo.
ResponderEliminarBesos paisanico, los murcianos somos buena gente
MarianEl cielo y más payá
ResponderEliminar;)
Besibrazos
Guiller, un placer volver a leer tus poemas, aunque sean tristes y con sabor a lágrimas.
ResponderEliminarUn beso.
¡¡Qué dulzura, Guille!! Sí, los hijos nos arrancan lágrimas y risas, todas regadas con la misma emoción. Ellos son los únicos destinatarios del amor incondicional que nos habita.
ResponderEliminarUn beso gigantísimo al "papi de oro" :)
besibrazos Grands.MARÍA
ResponderEliminarLILIANA
Graciask por vuestros comentarios.
No siempre la vida nonos trae elegrías directas al corazón
besibrazos.