Sin Tí

Ella pasó sus últimos días en el hospital, apenas 30 kg. Él, su hijo, en pié a los piés de la cama , observaba como la vida se le escapaba por el pecho que, poco a poco, la respiración se hacía más pausada, más escasa.

Aquellos ojos de madre, a los del hijo se le clavaban. 

Poco a poco, sin decir nada, terminó de respirar y la parca se la llevó... sin decir nada. 

Muchos crucigramas quedaron en blanco a partir de entonces.

Carne de tu carne, 
que es mi carne, 
que es mi sangre 
y mis huesos, 
que es tu vida, 
la que me diste. 
Y mi vida. 

Amor que me ofreciste, 
y abrazos y consuelos 
y cariños y castigos 
y enseñanzas.

Lágrimas que me besaste, 
que me calmaste. 

¡Qué cuerpo tengo, 
que tú tienes y no te tienes! 

¿Qué tiempo te otorga esta vida, 
que te priva la destreza
y te postra a la tristeza? 

¡Cuánto dolor aquí dentro! 
¡Cuánto sufrimiento verte! 
¡Cuanta impotencia, 
de no poder tenerte!
y acunarte y mimarte,
igual que tú conmigo lo hiciste. 

Cántame la última canción, 
como cuando era niño. 
(…y San Antoñíico cuida los sembrados…) 
Seamos, cómplices de un sueño, 
de un dulce, como cuando era niño. 
Abrázame y bésame. 
Dame de tu mano en mi mano 
y llora, por lo que pudo haber sido y no fue. 

Cuéntame tus tristezas 
y enjuga tus lágrimas en mis ojos. 

Descansa, descansa. 
Duerme plácidamente,
tu sueño eterno de ángeles.

Sueña en días de primavera: 
Primavera cálida, noches de sosiego, 
luces de paz, sonidos de esperanza. 
Y en tu despertar, acariciarás las nubes, 
con alas de ángel. 
Y así, derechita, sin paradas, 
sin entretener tu mirada 
en ángeles y querubines, 
sin detener tu marcha, 
recorrerás las veredas 
de esos tus cielos infinitos, 
al encuentro de tu Dios 
y el que te espera. 

Descansa, descansa. 

(Una nana, quebrada de voz, 
adormece el dulce sueño, 
como despidiéndose de la vida.) 

¡Cuánto dolor aquí dentro! 
¡Cuánto sufrimiento verte! 

……….ooOoo……….