Cristina, enfermera de la consulta psiquiátrica privada de Don Fermín, vio salir a un paciente sin decir ni adiós. Cristina se levantó de detrás del mostrador y salió a ver qué pasaba. A ver, qué motivos impulsaron a aquel señor a salir de la consulta.
Antes de llegar a la puerta vio en el suelo un pedazo de papel algo arrugado que cogió sobre la marcha. Cuando abrió la puerta ya no había nadie en el rellano de la escalera, y el ascensor marcaba ya la bajada. Se guardó el papel.
Terminado el horario de consultas, y ya sola y recogido todo, al quitarse la bata notó el papel en el bolsillo de la bata. Con curiosidad lo saco, lo desdobló y comenzó a leerlo. No tenía ni un punto y aparte.
Hoy quiero morir. Quiero morir de nuevo. Deseo morir cada noche, cada atardecer. Quiero morir a cada momento, en cada puesta de sol... Con el sol, y no volver a nacer de nuevo. Quiero morir en cada instante que te recuerdo y no estás conmigo. Tu muerte me consume lentamente y desearía rápidamente acabar este sufrimiento que me condena a atarme a esa vida. También esta enfermedad me consume. Sí, otra vez. De nuevo, una vez más, esta depresión me hace prisionero de su lasciva atracción; y como el vil metal que atrae al usurero, así atraído. Como el olor a la basura, así soy yo a la vida sin ti. A solas entre estas cuatro paredes, en el silencio de mi mundo, vuelo pájaros ataviados con plumas grises... que si fueran negras y brillantes, por lo menos relucirían... pero son grises, gris parduzco y tenebroso, gris de muertos. No puedo conjurar a los vivos. Los muertos salen a mi encuentro y me envuelven entre tules velados por los gemidos de otras vidas de dolor. Sí, me duele el corazón... No, no de quererte tanto, sino de que ya no puedas quererme. Sí, ya sé que no soy original... Algo ya leí hace tiempo de eso. Tampoco la muerte es original... ya ves, sucede todos los días, pero está ahí, inherente a nosotros. Nacemos con ella, vivimos para ella. Ella marca los surcos del tiempo en nuestra piel, en nuestra carne, en nuestras entrañas. No es nada original, ¿verdad? pero ahí está... siempre está ahí. También nosotros somos monótonos, tan monótonos como predecibles que somos. Hasta el que se creé diferente es totalmente predecible... por eso, por creerse diferente. No condeno ni alabo, ni a la vida ni a la muerte, solo que la muerte, ahora, vivirla sería mi alegría: Partir hacia ti. Mas ahora, vivir sin ti la vida, es mi agonía… Es mi morir. El aire que a mis pulmones riega, lo abandona para corretear incesante y atroz por el interior de mis venas... o por lo menos a mi se me parece, y corretea por bajo mi piel, y hormiguea todo mi cuerpo. La respiración se me acelera y me es difícil respirar. Mi tórax parece que se va a partir. La asfixia es compañera pertinaz y me reclama. Me duele el corazón... no, no es dolor por ti, sino porque éste no encuentra escapatoria y entrechoca contra los barrotes de mi pecho. ¿Si muriera por ti?... ¡Dios, que muerte más dulce! Sabes que no sé vivir sin ti, y aun así, la vida me sigue llamando a esta vida amarga sin ti. Necesito apartarte del lado malo que me invita a abandonarme a mí mismo. Necesito dejar de quererte de esta manera. Necesito quererte y amarte serenamente, para que este amargo llegue algún día a endulzarse.
Terminado el horario de consultas, y ya sola y recogido todo, al quitarse la bata notó el papel en el bolsillo de la bata. Con curiosidad lo saco, lo desdobló y comenzó a leerlo. No tenía ni un punto y aparte.
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Hoy quiero morir. Quiero morir de nuevo. Deseo morir cada noche, cada atardecer. Quiero morir a cada momento, en cada puesta de sol... Con el sol, y no volver a nacer de nuevo. Quiero morir en cada instante que te recuerdo y no estás conmigo. Tu muerte me consume lentamente y desearía rápidamente acabar este sufrimiento que me condena a atarme a esa vida. También esta enfermedad me consume. Sí, otra vez. De nuevo, una vez más, esta depresión me hace prisionero de su lasciva atracción; y como el vil metal que atrae al usurero, así atraído. Como el olor a la basura, así soy yo a la vida sin ti. A solas entre estas cuatro paredes, en el silencio de mi mundo, vuelo pájaros ataviados con plumas grises... que si fueran negras y brillantes, por lo menos relucirían... pero son grises, gris parduzco y tenebroso, gris de muertos. No puedo conjurar a los vivos. Los muertos salen a mi encuentro y me envuelven entre tules velados por los gemidos de otras vidas de dolor. Sí, me duele el corazón... No, no de quererte tanto, sino de que ya no puedas quererme. Sí, ya sé que no soy original... Algo ya leí hace tiempo de eso. Tampoco la muerte es original... ya ves, sucede todos los días, pero está ahí, inherente a nosotros. Nacemos con ella, vivimos para ella. Ella marca los surcos del tiempo en nuestra piel, en nuestra carne, en nuestras entrañas. No es nada original, ¿verdad? pero ahí está... siempre está ahí. También nosotros somos monótonos, tan monótonos como predecibles que somos. Hasta el que se creé diferente es totalmente predecible... por eso, por creerse diferente. No condeno ni alabo, ni a la vida ni a la muerte, solo que la muerte, ahora, vivirla sería mi alegría: Partir hacia ti. Mas ahora, vivir sin ti la vida, es mi agonía… Es mi morir. El aire que a mis pulmones riega, lo abandona para corretear incesante y atroz por el interior de mis venas... o por lo menos a mi se me parece, y corretea por bajo mi piel, y hormiguea todo mi cuerpo. La respiración se me acelera y me es difícil respirar. Mi tórax parece que se va a partir. La asfixia es compañera pertinaz y me reclama. Me duele el corazón... no, no es dolor por ti, sino porque éste no encuentra escapatoria y entrechoca contra los barrotes de mi pecho. ¿Si muriera por ti?... ¡Dios, que muerte más dulce! Sabes que no sé vivir sin ti, y aun así, la vida me sigue llamando a esta vida amarga sin ti. Necesito apartarte del lado malo que me invita a abandonarme a mí mismo. Necesito dejar de quererte de esta manera. Necesito quererte y amarte serenamente, para que este amargo llegue algún día a endulzarse.
Caminaré días de lluvia, pero tú siempre estarás, como una rosa, prendida en mi corazón.
Morir por ti...? ¡Dios, qué muerte más dulce! No me eches de menos. Perdona...no puedo vivir en tu vida, que yo ya quisiera. Perdona. Permíteme experimentar la muerte inquieta que me ofrece la vida, que ya llegarán tiempos mejores. Perdona.
Cristina conservó aquel papel un tiempo, pero nadie lo reclamó.
Cristina conservó aquel papel un tiempo, pero nadie lo reclamó.
Cuántas cosas se quedan escritas sobre un papel sin ser leídas, o simplemente guardadas en nuestra mente porque nunca nos atrevimos a decirlas...
ResponderEliminarUn bello relato
Un cordial saludo
Sin palabras.
ResponderEliminarYolanda
Y es que es siempre así, ¿no? Si desaparece la persona que amamos, casi que la vida carece de sentido en un momento dado. Y luego ves que hay cosas por las que hay que seguir viviendo, aunque el dolor sea insoportable.
ResponderEliminarBonita carta-relato-cuento...
Besos-Besicos Guillermo.
Cumpa, amores de ese tipo son un pelín peligrosos; aún los amores más pasionales, necesitan ser pensados y llevados adelante, con un un mínimo de serena razón.
ResponderEliminarSe debe querer con el corazón y la cabeza. (creo)
Un abrazo.
un besito,
ResponderEliminarAy, Guille... los amores no matan, pero ayudan a morir lentamente, que ya es una put.... y de las gordas.
ResponderEliminarKereres y un besico dulce.
Tanta pasión, tanta locura que se transforma en una obsesión. Eso hace mucho daño.
ResponderEliminarEstupendo post que me lleva a reflexionar. Te dejo besos
Por eso quizá nosotros lo colgamos por internet... para que al menos alguien lo lea, no crees?
ResponderEliminarBesicos
Que buen post !!
ResponderEliminarCuando muere la persona q ammamos pareceria q nuestro mundo se desplomara , pero aunque sea doloroso, hay cosas por las que luchar para seguir viviendo ...
Besitos GUILLE y q tengas un lindo diá :))
terrible dolor...
ResponderEliminarte quiero
Besos
Bueno, este post, como habréis podido adivinar, tiene lo que la mayoría de los que publico de este tipo... Al final siempre hay una esperanza... un algo o un alguien por lo que luchar y vivir: Hombre gris, monocromático, bajo la lluvia; y en la solapa, una rosa roja.
ResponderEliminarYo no la catalogaría como una historia triste... La realidad, a veces, supera a la ficción. Y aquí se mezclan... como en casi todos mis post, la gran mayoría, esas dos grandes realidades: La realidad de los sueños y la realidad de la vida... unas mi vida... otras, de vidas aprendidas o inventadas.
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LoyLo... Cierto, y a veces, solo a veces, son necesarias sacarlas a la luz, aunque sea por el bien de uno mismo.
Besibrazos.
Yoli... Ya digo... siempre en nuestras vidas tiene que haber una luz, una flor... un perfume... una sonrisa... Sigo???
Besicos
Lourdes... Sí, siempre con ganas de vivir, y cuando no las haya, saber que podremos alzar el brazo y alcanzarla aunque la estantería este alta.
Bonica tú por pasarte.
Besicos.
Carlos... amigo... Pelín solo. Ya ves que al final decide vivir porque... "ya llegarán días mejores"... Y él lo sabe.
Nuestro egoismo, a veces, solo a veces, nos impide darnos cuenta del amor que podemos seguir recibiendo de los demás... y del que podemos seguir dando... a los demás... Egoismo bien entendido, claro.
Un abrazo.
Aldi... Para él, el primer síntoma de vida, es que abandona la consulta... Repito, para él. Lo que no quiere decir que sea válido para otras personas... Pensemos en la ficción-realidad de este relato.
Besicos.
Mariposa... Y qué mal se pasa en los momentos de desamor... verdad???... Parece que no va a haber salida... Pero siempre, si nosotros queremos, la hay... Siempre.
Besicos.
Marysol... Toda la vida en sí es una reflexión... (vaya perogrullada, eh?... jeje)... pero hay hechos concretos que marcan la vida de una persona, dependiendo de su sensibilidad.
Besicos.
Belén... jeje... no, no me rio de tí, sino de que me viene a la cabeza de que hay días en que es a uno mismo a quien nos deberían de colgar... y por los pulgares, como mínimo... jejeje.
De todas formas... sí, hay gran verdad en lo que dices
(((aquel post de ese que firma como doctor "nosequé"... queno me acuerdo... sobre el porqué de escriir en los blog... que me acuerdo ahora... muy bueno, por cierto)))
Besicos.
Pato... Contigo en todo...No tengo nada que decir... Tú lo has dicho todo.
Besicos.
Enre... Terrible, sí. Pero, ya digo, y Pato lo ha expresado tb., que siempre hay algo o alguien por quien vivir, luchar... Amar y que te amen... y no hablo de follar.
Besicos.
Dolor de despedida de amor, e, incluso, de vida, que puede llegar a matar, a destruir, a taponar el corazón, dejando una profunda cicatriz, como un puñal clavado, quedando una huella dificil de cicatrizar en ese momento porque todo se ve negro sin luz, como si se estuviera en un pozo profundo sin poder salir, pero que, el único aliado es el paso del tiempo, que es el que puede llegar a curar.
ResponderEliminarUn beso.
PD.- Muchas gracias por la luz que has dejado en mi blog con tu precioso comentario, Guiller, muchas gracias, de verdad, me ha encantado.
Morir por dentro y como un arból de pie...
ResponderEliminarsaludos
María... A veces, solo a vees, expresamos sentimientos con frases hechas como "el tiempo todo lo cura", cuando, verdaderamente, a veces, solo a veces, es la madurez, o la aceptación de los hechos lo que nos hace, si no curar, por lo menos que duela menos o lo soportemos mejor.
ResponderEliminarLa resignación no es buena porque comporta amargura.
Muchas gracias a tí, María.
Besicos.
Wychy... Bonito comentario y profundo, pero... ojo!, que un árbol así, termina por derruirse.
Sería mejor que el equipo de fumigación llegase a tiempo... no te parece???
Besicos.