Vísperas de San Valentín (Un ramillete de estrellas)

Mi querido Amor. Mi querida Margarita: 

Hace seis meses ya que no nos vemos, y cada día es un suplicio, una condena más, a esta condena que me tortura pues aún me quedan cinco años. Pero el no tocarte ni verte, ni tan siquiera oírte, es el peor de los sufrimientos que yo pueda soportar. 

Desconozco la razón por la cual estoy todo este tiempo sin saber de ti, y es por eso que me he decidido a escribirte estas letras. 

Anoche lloré como un niño en la soledad de mi celda, mientras la luna llena me hacía sangrar el alma golpeándome con los recuerdos de nuestro amor. Cuántas noches he pasado en vela pensando en ti. Cuánto sufrimiento dentro de este cuerpo que ya, sin ti, no sirve ni para pasear por los pasillos de esta prisión. Hay días que, en el patio o en los mismos pasillos, me imagino que vamos tú y yo de la mano paseando por la Gran Avenida del parque, nuestro Parque, testigo de tanto amor que allí tatuamos sobre el tapiz de la hojarasca, tras los setos del estanque. ¿Recuerdas? Otros días, cuando nos levantamos y mi compañero de celda abre la ventana, aún yo con los ojos cerrados, parece que oliera al jazmín y geranios de nuestro balcón que tan bonico lo tenías. ¿Recuerdas cuando me enfadaba porque, a punto de salir a pasear tú y yo, me decías que esperara, que tenías que regar las plantas? Y yo, me enfadaba y te decía que si es que no habías tenido tiempo en todo el día, más que en ese momento. Benditos momentos y bendita el agua que bañaba tus macetas… Benditas tus manos que mimaban aquellas plantas, porque su recuerdo es hoy parte de mi sostén en esta cárcel... Benditas tus manos, sí… Benditas sean por cuando recibía de ellas tus caricias por todo mi cuerpo y nos amábamos hasta el amanecer. 

Mi querida Margarita, mi Amor, mi Todo… Mi consuelo en esta soledad que me aplasta y me consume hasta perder la dignidad como hombre. Ojala estuviera en España, por lo menos así vendrías más a menudo a verme. Por lo menos, así podría abrazarte y decirte, mirándote a los ojos, todo lo que te quiero. Todo lo que Te Amo. 

Ya ves, cuento los días que me quedan pora salir, y acabo de enterarme que el domingo es San Valentín… que ni lo sabía. Un compañero de celda acaba de decirme: “¿qué, escribiendo una carta a la mujer por San Valentín?. Ya digo, y yo, sin enterarme. Ya conoces lo despistado que soy para las fechas. ¿Sabes?, pues que eso de que sea San Valentín, me ha entristecido un poco, porque, ¿qué podría regalarte para ese día? Podría escribirte un poema, pero ya sabes que soy un desastre para esas cosas y por mucho que lo he intentado… ¿recuerdas cuando éramos novios y te escribí tres poemas?... pues ya no hubo cuatro, desistí en el empeño. 

 El único regalo que puedo ofrecerte en este tiempo es que sepas que aún te sigo queriendo, que aún trazo tu nombre uniendo las estrellas en el cielo… claro, cuando hay estrellas. Y cuando no las hay, entre lágrimas, con la almohada sobre mi boca, te llamo muy bajito para que no me oiga mi compañero de celda, y me hago la ilusión de que la noche y el viento transportan mis palabra y a tus oídos llegan.

Con las estrellas, te voy a hacer un ramillete para regalártelas. Bueno, sí un poco cursi, pero es lo menos que te mereces. Podría estar toda la noche escribiéndote, pero mi compañero se queja de la luz, porque si me pillan con la linterna encendida, el guardia nos saca a patio y mañana limpiamos los retretes.

Te mando todo mi Amor, todos mis Besos. Toda mi esperanza en volvernos a ver. 

 Te quiero.