El sol aún no había salido. No hacía frío a pesar de una densa bruma espesa y húmeda, como en un baño turco; hasta pareciera que relajara por la sensación de calma que allí se percibía. Pudiera decirse que allí reinaban olores intensos a romero y tomillo, y que un sutil aroma a azahar, era transportado por las pequeñas gotas de humedad que, suspendidas en el aire, sentía en mi cara. Allí, en medio de la nada, nada se podía ver a más de un palmo de mis narices. Silencio. Ni un ruido. Poco a poco, como si del sonido de una gaita se tratase que viniera acercándose lentamente, lentamente empecé a escuchar algo parecido al murmullo del mar. Poco a poco se fue clarificando aquel murmullo. Eran olas rompiendo entre rocas. Una brisa comenzó a invadir aquella paz y como si la prisa le acuciara, cada vez se convertía más y más en un viento que, si no totalmente desapacible, podría decirse que en determinados momentos racheados, sí resultaba molesto. Aquel lugar empezaba a convertirse en lo que por lo general, son aquellos sitios donde yo estaba. Lo apreciaba, lo sentía. Un nuevo olor a mar se filtraba por mis fosas nasales. Los roncos choques y estampidos de las olas sobre la roca, mezclado con el ahora desapacible viento golpeando en mi cuerpo, casi haciendo volar mi gabardina, no resultaba nada, nada grato. Fue un solo instante, pero me pareció oír un canto de sirenas. Giré a la derecha y dí unos pasos. Titubeé y paré. Seguí andando a pasos cortos. Unos pasos más y ya habría llegado a la frontera. Allí estaba yo pisando la frágil línea entre la vida y la muerte. Allá abajo, el aroma a mar, me llamaba. La tierra mojada y su humedad, me atraía. No se disipaba la bruma. Ni mis pies podía divisar. Allí, solo con la naturaleza, trataba de combatir contra sus elementos. Delante, la paz, el silencio, la quietud, la oscuridad, el descanso, el sosiego… Detrás, la luz, los colores, los problemas, la felicidad, los disgustos, el amor, los besos y el cariño, el llanto y la risa. Yo tenía el poder sobre la vida y la muerte. sobre mi vida y mi muerte. Nadie podía decidir por mí. Pero ¿no podía estar equivocado? ¿Si me quitaba la vida, no se la quitaba también, en parte, a los demás? ¿me pertenecen ellos a caso?... Por el contrario, ¿si me concedía seguir viviendo, no es cierto que le concedería parte de mi vida a los demás y les seguiría dejando parte de sus vidas? A mí me importan los que me quieren. Los que no me quieren… bueno, por mí o por ellos... Yo sé que viviendo y muriendo puedo alegrar a unos y puedo hacer llorar a otros. Pero me interesan más quienes me quieren y a quienes quiero, que aquellos que me desprecian. Pero soy yo el que debo vivir en la tribulación, en la angustia, en la alegría, en la paz, en el desasosiego… en el llanto o en la risa. Nadie pueden reir o llorar por mí. Podré compartír. Querrán o no, pero esa propiedad, me pertenece a mí más que a nadie... tal vez a alguien, algo más que a otros.
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lunes, 3 de enero de 2011
La frágil línea entre la vida y la muerte
El sol aún no había salido. No hacía frío a pesar de una densa bruma espesa y húmeda, como en un baño turco; hasta pareciera que relajara por la sensación de calma que allí se percibía. Pudiera decirse que allí reinaban olores intensos a romero y tomillo, y que un sutil aroma a azahar, era transportado por las pequeñas gotas de humedad que, suspendidas en el aire, sentía en mi cara. Allí, en medio de la nada, nada se podía ver a más de un palmo de mis narices. Silencio. Ni un ruido. Poco a poco, como si del sonido de una gaita se tratase que viniera acercándose lentamente, lentamente empecé a escuchar algo parecido al murmullo del mar. Poco a poco se fue clarificando aquel murmullo. Eran olas rompiendo entre rocas. Una brisa comenzó a invadir aquella paz y como si la prisa le acuciara, cada vez se convertía más y más en un viento que, si no totalmente desapacible, podría decirse que en determinados momentos racheados, sí resultaba molesto. Aquel lugar empezaba a convertirse en lo que por lo general, son aquellos sitios donde yo estaba. Lo apreciaba, lo sentía. Un nuevo olor a mar se filtraba por mis fosas nasales. Los roncos choques y estampidos de las olas sobre la roca, mezclado con el ahora desapacible viento golpeando en mi cuerpo, casi haciendo volar mi gabardina, no resultaba nada, nada grato. Fue un solo instante, pero me pareció oír un canto de sirenas. Giré a la derecha y dí unos pasos. Titubeé y paré. Seguí andando a pasos cortos. Unos pasos más y ya habría llegado a la frontera. Allí estaba yo pisando la frágil línea entre la vida y la muerte. Allá abajo, el aroma a mar, me llamaba. La tierra mojada y su humedad, me atraía. No se disipaba la bruma. Ni mis pies podía divisar. Allí, solo con la naturaleza, trataba de combatir contra sus elementos. Delante, la paz, el silencio, la quietud, la oscuridad, el descanso, el sosiego… Detrás, la luz, los colores, los problemas, la felicidad, los disgustos, el amor, los besos y el cariño, el llanto y la risa. Yo tenía el poder sobre la vida y la muerte. sobre mi vida y mi muerte. Nadie podía decidir por mí. Pero ¿no podía estar equivocado? ¿Si me quitaba la vida, no se la quitaba también, en parte, a los demás? ¿me pertenecen ellos a caso?... Por el contrario, ¿si me concedía seguir viviendo, no es cierto que le concedería parte de mi vida a los demás y les seguiría dejando parte de sus vidas? A mí me importan los que me quieren. Los que no me quieren… bueno, por mí o por ellos... Yo sé que viviendo y muriendo puedo alegrar a unos y puedo hacer llorar a otros. Pero me interesan más quienes me quieren y a quienes quiero, que aquellos que me desprecian. Pero soy yo el que debo vivir en la tribulación, en la angustia, en la alegría, en la paz, en el desasosiego… en el llanto o en la risa. Nadie pueden reir o llorar por mí. Podré compartír. Querrán o no, pero esa propiedad, me pertenece a mí más que a nadie... tal vez a alguien, algo más que a otros.
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La vida, bajo mi opinión es un regalo maravilloso, estamos en el camino de su conquista, si nos quitamos de en medio, borramos la oportunidad.
ResponderEliminarVivamos!!
Un abrazo paisanico
Besos y gracias por tu estimada presencia
la vida es algo irrepetible
ResponderEliminarGuillermo, no te quepa la menor duda de que quitándose la vida es una manera rápida de acabar con todo ese sufrimiento que muy bien describes, pero creo que compensa seguir aquí, entre otras cosas, por las personas que si te quieren y aprecian!
ResponderEliminarYo es que trabajo en un lugar en el que a diario se intentan salvar vidas (aunque no siempre se consigue) y pensar lo contrario me parece, cuanto menos, poco ético...
Un fuerte abrazo y ánimo... la vida ya llega a su fin ella sola cuando toca... no precipitemos conscientemente ese momento!
Siempre hay gente que tiene que tomar el rumbo, es agotador pero es lo que hay...
ResponderEliminarBesicos
Y a la gente que te quiere les arrebatas de un plumazo el poder estar contigo, el poder hablarte, sentirte, abrazarte...
ResponderEliminarSiempre he pensado que es muy egoísta quitarse de enmedio así.
Besos-Besicos, Guillermo!!!
A mi me gusta que plantees el tema del suicidio, creo que uno tiene derecho (siempre y cuando no sea producido por una enfermedad mental) a finalizar vida. Si llega un momento en la vida en la que uno siente que no "pinta" nada ¿para que seguir viviendo?
ResponderEliminarEl suicidio como el divorcio, como el aborto, como la homoxesualidad, etc, no es obligatorio, es elección personal.
Un abrazo
La muerte es una liberación para todo aquel que ya está cansado de vivir. Es una de las pocas elecciones que podemos tomar sobre nuestro destino.
ResponderEliminarPero aunque a veces duela y cueste vivir, a ratos merece la pena seguir, hay que decir SI a la VIDA.
Besitos
noche
Por qué enamorarse de la muerte pudiendo estar enamorado de la vida? puede sonar a contradicción, pero creo que el suicidio es un alto grado de valentía de la cobardía. Si estás hecho un vegetal dependiendo sólo de otros,porque tu cuerpo ya no obedece a tu mente, lo puedo entender. No estando así, con lo bueno y malo que nos ofrece la vida, si se prefiere morir porque no se sabe vivir, ojalá no se pueda ver el dolor dejado a los que te quieren ni el sufrimiento, gratuito, provocado al sentirse ellos inculpados de tu elegida muerte. Un besazo, Guille.
ResponderEliminarMariam
ResponderEliminarNoelplebeyo
Optimus
Belén
Lourdes
Mercedes
Nocheinfinita
Vikinga
Gracias por vuestros comentarios... Besibrazos para todos.
Mirad, iba a comentar en general, pero como que me ha salido casi un post de largo, así que mañana lo publicaré a las 21:00h como ya sabéis que es a esa hora. Le daré un poco de forma y un nuevo planteamiento de presentación. Tal vez como un diálogo, o como se me ocurra en el momento
Gracias a todos por vuestro tiempo
.Un texto lleno de sinceridad, tristeza y desasosiego. Conozco tan bien la sensación que describes… Yo también visité los acantilados sintiendo cosas como las que cuentas en tu relato. ¡Que debate tan profundo!
ResponderEliminarEn el libro que estoy leyendo ahora aparece escrito: “Luchar contra la muerte no significa ir a verla de cerca. El único modo de matar a la muerte es seguir vivo.”
Biquiños.
Guillermo, vivir por los que nos quieren y por nosotros mismos que somos los que más nos tenemos que querer es algo maravilloso.Quién desprecia, tiene que ser un gran trabajo y mal pagado, ya que pasarse la vida de esa forma tiene que ser tremendo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, el optimismo con el que escribes y relatas.
Besibrazos
Te pertenece a ti solo, pero sólo la que es tuya. Cada uno lleva su San Benito, y lo más que podemos hacer, como mucho, es compartirla.
ResponderEliminarHe vuelto de las vacances, gui. Un besico.
Aldi
ResponderEliminarAshia
Antonia
Gracias por estar aquí, por vuestro tiempo, por vuestras palabraz. Ya sabéis que un poco, a modo de contestación he colgado el post de hoy... más/menos
Besibrazos.
Eso que escribes es muy cierto, nadie puede reír o llorar, o escribir, por ti. Y pienso que cada cosa es importante y tiene su momento y su razón. Así que sería inútil tapar la risa, o el llanto.
ResponderEliminarAbrazos.
Adr... Cierto.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Tus letras nos llenan de maravillas ...es siempre bueno leerte un beso desde aqui
ResponderEliminarMucha... Gracias.
ResponderEliminarY bueno tu caminar por aquí.
Besibrazos