La Luna Habla de Los Hombres Malos

 

No es la luna, de sangre,
por lo que la gente cree.
Que me ha dicho la luna,
que los sabios y entendidos
se equivocan.
Que no quieren entender.
Que ella sangra y llora
por el mal querer.
Por el desamor.
 
La luna, me ha dicho,
que su encarnado color,
es el espanto reflejado
por tanto dolor y sufrimiento;
y tanto llanto y tanta muerte,
a causa de la iniquidad del hombre.
 
Ella,
se mira y remira en el espejo
del alma humana,
por encontrar un alma buena.
Y mientras tanto,
se va vistiendo de andrajos,
lentamente,
sin prisas,
como quien siente
la maldad a punzadas en su pecho.
Como quien siente el desamor,
de parte a parte,
atravesando su vida.
 
Y entre tanto y tanto,
tiñéndola están, de grises cenizas,
sus estrellitas de plata.
 
Me dice la luna,
que el hombre está loco
y no quiere la Paz.
Que él,
anda ansiando
acaparar la vida de los demás.
Que él, a él mismo se llama ateo,
porque no cree en Dios.
¡Porque no existe Dios!

Y la luna, desde su atalaya,
se ríe a carcajadas
porque ve, que él,
a él mismo se autoproclama Dios.
 
Ella, la luna,
muy queda al oído me dice,
que al hombre,
no hay nada que más le agrade,
que alabarse, rezarse y adorarse,
a él mismo.
 
Y admirarse y besarse en el espejo del mal.
 
Y amarse, a él mismo, sobre todas las cosas.
 
La luna está cansada y me dice adiós.

 
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