Tres Sombras Y Un Camino (Don Julián y el Mendigo)

Si los anteriores rescatados del "baúl de los recuerdos" eran antiguos... este ni que contar... más años que... sí, aquella "maleta"

Esquelético y fatal, 

con hambre de perro en huesos, 

cabalgaba don Julián 

a lomos de mulo viejo.

A poco, 

cuando un pobre hombre, 

medio famélico,

dió el alto a tal festejo: 

--¡Socorredme gran señor, 

que hace días que no como. 

Dadme algo, por amor, 

que vivo y ya no se cómo!. 

--Apartad de mi camino, 

viejo inmundo y mal ropado. 

¡Quitad presto!, digo, 

o seréis apaleado. 

Y siguió don Julián su trecho, 

tambaleante y altivo. 

Su mulo mas bien deshecho, 

dejando tras sí al mendigo. 

Mas no ha de unos metros, 

don Julián que desfallece, 

dando por tierra sus huesos, 

su nobleza y sus memeces. 

Viendo el mendigo aquel percance, 

viéndole inmóvil y medio muerto, 

fue a socorrer del trance 

al altivo señor de su encuentro. 

Y se esforzó como pudo 

siéndole cara la empresa, 

devolverlo a lomos del mulo, 

hasta faltarle las fuerzas. 

Lanzas de luna se clavan 

entre las ramas de olivo, 

tres sombras quietas se hayan 

sobre el polvo del camino. 

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