De Semana Santa, su religiosidad natural, usos y costumbres de los religiosos y sus "templos"

Ayer empezaron ya las procesiones, bueno, la primera procesión de España fue la madrugada del Jueves al Viernes de Dolores con la salida del cristo del Socorro. Una procesión con mucho arraigo en esta ciudad de hondo sentir en la religiosidad natural, al igual que en otras ciudades de España por sus procesiones. Me refiero a esa religiosidad que no entiende de ciencias teológicas, pero sí de reventar los tronos con miles de flores; esa religiosidad que huele a cera, azahares, y descarna las plantas de sus pies o sus rodillas por seguir a su xto o a su virgen con el rosario en las manos y la cara tapada, en secreto, para no ganarse el premio en este mundo y, quién sabe si tampoco en el otro. Esa religiosidad que se contradice día a día con sus obras porque, la carne es débil y se doblega a las pasiones más veces de las que quisiera… pero que cuando pasa delante suya el trono de la virgen se hecha a llorar de emoción gritando: “¡viva la madre que te parió! Y es que, la emoción, te puede brotar desde los dentro en fallas, en un desfile militar, en cualquier evento social; en un mitin político viendo hondear tus banderas… Dependiendo de la emotividad de la persona…Pues si es así con tales eventos, ¿no se va a sentir aún con más fuerza la emoción, cuando algo te llega al espíritu y, aunque sea por una semana, te cambia hasta tu propio corazón,  la “vida”?… bueno, un poquito aunque sea. 

No intentemos razonar ni mucho menos hacerles razonar, ni llamar “verde” al color “amarillo”. Quienes sienten así su espiritualidad, la sienten y no hay más. Hay un razonamiento primitivo, pero totalmente demoledor en el que no se debiera escrutar el corazón de quien te lo dice: “Porque sí”. Pero aún hay quienes sienten verdaderamente la acción de Dios en sus vidas, o la de la Virgen o los santos.: “Es que la Virgen me ha ayudado tanto cuando se lo he pedido…” o “Mi nieta estaba tan malita, que le pedí al Señor y él me la ha curado” … 

Y es que, en el fondo, aunque no lo queramos reconocer, todos tenemos una religiosidad más o menos natural, la cual nos reconforta y nos recarga las “pilas” para más o menos ir tirandillo en los quehaceres diarios del día a día. Y ahí vamos, digo, tirandillo a nuestros templos de diversa índole. 

Hay templos donde se cultiva el espíritu y hay templos donde se cultiva el ocio… el cuerpo. Sí, por ejemplo, la santa congregación futbolera y deportiva que no se pierde ni un... digo y repito: "que no se pierde ni un solo oficio". ¡Y quienes van compulsivamente a un gimnasio!, ¿es que no se les puede considerar como unos acólitos del “culto” al cuerpo? ¿Y qué me decis de las beatas que se "rezan" diariamente su jaculatoria de dos o más telenovelas diarias? Pero hay una religión que cada vez está ganando más y más adeptos. Para éstos, se han creado unos “templos” llenitos de capillitas donde te sacan los “cuartos” (y los enteros… y hasta los higadillos) a cambio del "modelito de temporada", o aquella chupa que tanto te gustaba, nunca te la has podido comprar, y ahora que te han venido las horas extras… Si, estoy hablando de los templos donde se consagra y se venera al “dios” Consumo, que más que representar a una religión, representa a una secta (oyessss, y que dicen que hasta te curan los “bajones” y las depresiones). 

Sí, desgraciadamente, yo, aunque no quiera, estoy inmerso en ese torbellino, pero trato y procuro "sacar" la cabeza y no ahogarme, a la vez que conservar y hacer uso de mi “espíritu” crítico y selectivo. Y cuando se me acerca algún “sacerdote” o alguna “sacerdotisa” y me empieza: "caballero, ¿desea algo? ...tenemos..." Digo: "No, Gracias, solo miraba" Y huyo como “diablo cojuelo” al que le salpican con “agua bendita”

"Desde Cartagena, con amor"