Tengo entre mis manos un ramillete de jazmines recién cortado. Su olor penetra en mí, perfumando hasta mi conciencia. Cierro los ojos y me transporto a un lugar cerrado, en penumbra, húmedo, caluroso, acristalado. Una inmensa bóveda de cristal. Y arriba, el cielo, la luna y las estrellas. Un limpio cielo estrellado.
La ilusión creada por mi fantasía excita mis sentidos. Se percibe un fino olor algo dulce. Me embriaga la tranquilidad. Todo yo soy receptivo a esta sensación que me proyecta a la paz conmigo mismo.
De repente, como si asomaran de la nada todas a la vez, poco a poco van apareciendo millones de diminutas flores blancas y aterciopeladas, tersas, que comienzan a levitar a mi alrededor en un... muy lento... e imperceptible... vaivén ascendente y descendente... hacia un lado... hacia otro... convirtiéndose en un mar blanco, virginal.
Aquel primer olor constante y presente hasta el momento, va transformándose poco a poco en un aroma dulzón que embota mis sentidos, y comienza a hacerse cada vez más presente a todo mi alrededor.
Un olor fuerte, dulce y penetrante a jazmín lo envuelve todo.
Hace calor, mucho calor. Y sigue incansable el vaivén de las flores.
En medio de ese humedal perfumado, mi cuerpo, desnudo, comienza a bañarse en un cálido jugo de sudor azucarado. Los tímidos rayos plateados de la luna penetran filtrándose a través de los empañados cristales de aquella burbuja de cristal, iluminando el haz de las hojas... Que parece que la luna, rendida a esa hermosura, acariciara suavemente los diminutos pétalos en un ritual de amor. Y mi cuerpo, en armonía, despide un lento y envolvente vapor que corre a unirse en un profundo abrazo a todo aquel concierto fantástico de luz nocturna y aromas.
Siento el calor como si de mi mismo cuerpo saliera.
Un clímax de fragancias en éxtasis explosiona. Aquellas paredes de cristal revientan y vuelan al espacio infinito en millones de partículas. Pequeños y olorosos pedacitos de cristal viajan por el universo. Vuelan las pequeñas flores. El inmenso olor dulzón que reina en todo aquel espacio se intensifica aun más, por el efecto expansivo. Mi cuerpo, inmerso en ese maravilloso torbellino de haces de luz y pasión descontrolada, exhala por todos los poros el rico néctar de las flores, como ofreciendo tributo a la naturaleza.
Todo es luz, olor, pasión.
Olor suave y dulce.
Suave jazmín. Dulce jazmín.
Dulce como la caña dulce,
como el almíbar dulce.
Dulce como tus besos dulces.
Como la miel en tus labios,
tus labios dulces.
Como tu sonrisa, dulce.
Como tu cara de dulce.
Dulce, como el olor dulce que sabe a dulce.
Dulce olor a jazmín.
Abrí los ojos y, absorto en mi sueño, anduve todo el día ensimismado.
Mi ropa olía a jazmín, mi pelo olía a jazmín, también mis manos. Todo yo olía a jazmín. Y las gentes me miraban y sonreían porque me olían a jazmín. Y ese día, nada ni nadie se atrevió a dañar mi corazón, porque yo tenía el poder sobre ellos.
La ilusión creada por mi fantasía excita mis sentidos. Se percibe un fino olor algo dulce. Me embriaga la tranquilidad. Todo yo soy receptivo a esta sensación que me proyecta a la paz conmigo mismo.
De repente, como si asomaran de la nada todas a la vez, poco a poco van apareciendo millones de diminutas flores blancas y aterciopeladas, tersas, que comienzan a levitar a mi alrededor en un... muy lento... e imperceptible... vaivén ascendente y descendente... hacia un lado... hacia otro... convirtiéndose en un mar blanco, virginal.
Aquel primer olor constante y presente hasta el momento, va transformándose poco a poco en un aroma dulzón que embota mis sentidos, y comienza a hacerse cada vez más presente a todo mi alrededor.
Un olor fuerte, dulce y penetrante a jazmín lo envuelve todo.
Hace calor, mucho calor. Y sigue incansable el vaivén de las flores.
En medio de ese humedal perfumado, mi cuerpo, desnudo, comienza a bañarse en un cálido jugo de sudor azucarado. Los tímidos rayos plateados de la luna penetran filtrándose a través de los empañados cristales de aquella burbuja de cristal, iluminando el haz de las hojas... Que parece que la luna, rendida a esa hermosura, acariciara suavemente los diminutos pétalos en un ritual de amor. Y mi cuerpo, en armonía, despide un lento y envolvente vapor que corre a unirse en un profundo abrazo a todo aquel concierto fantástico de luz nocturna y aromas.
Siento el calor como si de mi mismo cuerpo saliera.
Un clímax de fragancias en éxtasis explosiona. Aquellas paredes de cristal revientan y vuelan al espacio infinito en millones de partículas. Pequeños y olorosos pedacitos de cristal viajan por el universo. Vuelan las pequeñas flores. El inmenso olor dulzón que reina en todo aquel espacio se intensifica aun más, por el efecto expansivo. Mi cuerpo, inmerso en ese maravilloso torbellino de haces de luz y pasión descontrolada, exhala por todos los poros el rico néctar de las flores, como ofreciendo tributo a la naturaleza.
Todo es luz, olor, pasión.
Olor suave y dulce.
Suave jazmín. Dulce jazmín.
Dulce como la caña dulce,
como el almíbar dulce.
Dulce como tus besos dulces.
Como la miel en tus labios,
tus labios dulces.
Como tu sonrisa, dulce.
Como tu cara de dulce.
Dulce, como el olor dulce que sabe a dulce.
Dulce olor a jazmín.
Abrí los ojos y, absorto en mi sueño, anduve todo el día ensimismado.
Mi ropa olía a jazmín, mi pelo olía a jazmín, también mis manos. Todo yo olía a jazmín. Y las gentes me miraban y sonreían porque me olían a jazmín. Y ese día, nada ni nadie se atrevió a dañar mi corazón, porque yo tenía el poder sobre ellos.
Pocos olores me han embriagado tanto como los que me han llegado de tu relato.
ResponderEliminarBesines alados.
Vaya, Mariposa... supongo que te habrá encantado... por lo de libarte a todas las florecillas... jejeje... habrás estado en la gloria... Espero que no te haya asustado la explosión, ni te haya dañado sus delicadas y frágiles alitas.
ResponderEliminarBesicos.
Por aqui percibi el olor a jazmin
ResponderEliminaruhmmmmmmm
saludos.
Explosión de olores en palabras, anda que no es dificil ni nada... muy bien!
ResponderEliminarBesicos
El olor del jazmín me transporta directaménte hasta granada..mi tierra!!!
ResponderEliminarGracias por llevarme allí esta mañana confusa y fria....
REVOLOTEO
Wychy... preciosa... tan lejos llegó???... Me alegro.
ResponderEliminarBesicos
Belenuka...Bueno, uno intenta, que por intentar... Hace tiempo que lo cree... El jazmín me recuerda épocas infantiles, en la playa... El Mar Menor...
Besicos.
Moira... que yo tengo 50% de sangre andaluza... Por aquí, hoy estamos a 30 grados, según el reloj-termómetro cercano a mi casa... Me sobran entre 5 y 8º... Me alegro que te haya recordado a tu tierra... Allí tengo un primo y su familia.
Besicos.
Vengo muerta a casa y leo esto...y de repente floto contigo y hasta siento el olor...QUE FUERTE!!! Besos y gracias por estos cinco minutos de paz.Besos
ResponderEliminarY todavía queda el aroma tras de ti, nada más abrir la página.
ResponderEliminarBesos aromáticos.
Solete... Calienta la piscina a tus agrado y le echas un manojito... bueno, para una piscina mejor un manojazo de jazmines... y a relajarte... Te parece.
ResponderEliminarHa sido un placer que flotaras conmigo.
Besicos.
Lula... Pues si es así, a disfrutar de ese olor miestras perdure. A sellarlo en nuestro cerebro y en nuestro corazón.
Gracias.
Besicos.
¿Fue un sueño lúcido o un sueño? Desde el primer momento te he imaginado allí en medio, rodeado de ese vals de flores, acariciado por el penetrante perfume del jazmín.
ResponderEliminarHe visto las flores volverse estrellas y las estrellas despedir suaves olores.
No lo dudo, ese día nadie pudo hacerte daño, y seguro que tú regalaste decenas de sonrisas con olor a jazmín.
Un fuerte abrazo, poeta.
Elbi, preciosa... que bueno!!!...Ya te escribo 2 veces... Guay!!!
ResponderEliminarSí, ya he dicho que el jazmín me trae recuerdos de mi infancia... Pasaba una viejecica vendiendolos en ramilletes y mi madre ponía en... no recuerdo si crucifijo o virgencica pequeña que había en la casa de la playa.
Qué rico olor en una noche agradable, al pasar junto a un jazminero!!!
Besicos