Noche Y Día En La Vida Del Poeta

                            El Poeta (Picasso)

Anochece. 

El sol, impertinente, 
lentamente sucumbe 
en el horizonte 
ahogando su alegría. 

Las musas de la noche 
se abren paso 
en su carroza de calabaza 
con alas de poesía. 

Hay una habitación fría 
vestida de húmedas paredes. 
Una ventana entornada. 
Una puerta de a rendijas
de claridades hecha, 
y una cama con sábanas
arrugadas de melancolía. 
También hay una mesa con su silla; 
y de lo alto pende una bombilla 
sucia y ahorcada en agonía. 

Desnudando pasiones 
entre cuartillas, 
bajo la luz mortecina, 
una figura chinesca 
vuela sus ilusiones. 

Pinta sin tener pinceles, 
esculpe sin poseer cinceles. 
Modela el mundo a su antojo 
sin el barro y sin el torno. 

Comienza un nuevo día en la vida del poeta. 

Se renueva la vida en cada noche del poeta, 
creando mundos reales de papel y tinta china. 

Él, rompe la vida, 
como la rompe el torero en la arena, 
mirando a la parca cara a cara. 
Que a Dios parece que juega, 
pero solo es poeta. 

Poeta de alma de estrellas 
y corazón de seda. 
Poeta que se quiebra 
a una mirada tierna. 
Que sangra letras 
por la flor que se marchita. 

Poeta que muere 
por ese amor que no llega. 
Que muere renglones de amor, 
por el amor de su vida. 
Por ella.

Y la noche,
pasa.
Y la noche
va pasando
sus minutos,
sus horas
y sus cuartos,
dando
campanadas de muerte. 

La mañana, del sol enamorada, 
va deshojando las horas 
en su ansiada carrera 
por ver llegar a su amado. 
Y su amado ya llega, 
va llegando. 
Y la noche negra 
se difumina entre colores; 
entre dolores de parto. 

El poeta, 
taciturno,
a su lecho se retira. 

Comienza una nueva noche, 
para la vida del poeta. 

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