El Otro Dolor

(((Y es que, a veces, el dolor ajeno lo sientes como tuyo y te estremeces al pensar que hay quienes, tal vez, solo tal vez, no saben vivir sin dolor, no sabrían concebir la vida sin sufrimiento. Una manera de vivir. Querrían no sufrir la vida de esa manera?, seguro que sí, pero es tanto el tiempo que ese sufrir ha ido haciendo mella, marcando surcos y veredas por donde caminar, que salirse de ese camino sería como perderse. Como no saber vivir.)))   ..................................................................................


Yo quería hablarte de ese otro dolor
hecho carne a nuestra propia carne.
Cincelado en nuestro cerebro
y sellado a fuego con hierro,
igual que marcan a los becerros en el campo,

y que tanto empeño tiene el mundo

en quitármelo.

No, 

que no me lo quiten. 

No.

Me arrancarían las entrañas de cuajo.

Tan de repente, que no me lo quiten,
que no sabría yo qué hacer sin él.

Esperad, tened paciencia, 

ya me lo desnudaré yo
a poquito a poco,
como quien reza un rosario,
como se siembra la vida,

como se desnudan los amantes

entre jazmines,

una noche de primavera.
A poquito a poco.

Son mías las espinas.

¿saben?

y el propio cardo.
Que yo hubiera querido rosas, 

pero fueron cardos.
Y sus secas espinas,

preciosos encantos,

se me han ido clavando,
uno a uno,
entre mi piel y mi carne.

Este dolor es mío, no es de nadie.

 A veces pienso,

si alguna vez sabré manejarme sin él.
Son, tantos años...
Tanto recuerdo imborrable...
Tanto tiempo el sol 

calentando la esperanza... y nada...

Quizás haya estado siempre equivocado:

no es el sol el que siempre he visto

desde mi ventana,
que yo así lo hubiera querido.
Es el propio frío de invierno, 

convirtiendo mis venas en escarcha.

Quisiera aprender a vivir sin dolor,

como antes, sin dolores grandes.
Con dolores chicos de quita y pon.
Dolores del corazón, que no del alma,
que la trastoca y la equivoca perdiendo el rumbo,
como aquella "paloma" que se equivocaba.

No, no quiero dolores grandes. 

Tampoco los querría chicos.
Mas, si con alguno hay que quedarse,
qué remedio,
los chicos me valen.

Pero primero, dejadme,

que tengo que despojarme de este dolor grande,

que lo quiero como a un hijo;
como a un hijo mal parido que me exprime la sangre.

Y cuando desaparezca este dolor,
si una mañana al mirarme al espejo 

solo viera mi cara, mis manos, 

mi cuerpo desnudo y él no estuviera,
¿podría resistirlo?

¿Sabría vivir sin él?

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==Rectificado en fecha 29/En/2021==